48 horas en Ibiza

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Era la una de la tarde en Málaga y en el aeropuerto ya pude hacerme la idea de lo que iba a vivir. El avión, un sábado 1 de octubre, con dirección Ibiza iba tan sumamente lleno que nuestro equipaje de mano era necesario que fuera a bodega. Esperaba un viaje normal, tranquilo, en el que la gente mira por la ventana, duerme o simplemente escucha música. Pero este viaje era totalmente diferente. Los pasajeros comenzaron a ingerir alcohol desde que salimos de la pista de despegue. Todos hablaban con todos sin que importara demasiado el no conocerse de nada y para finalizar al llegar a la pista de aterrizaje nos encontramos con música electrónica dentro del avión de Ryanair.

Era un lugar totalmente diferente a los demás, aquí la publicidad no era la normal que puedes encontrar en otras ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla, en las que ves numerosos carteles de supermercados, tiendas, etc. Si algo me llamó la atención es que aquí se promocionaban las fiestas, los cierres de las discotecas y sobretodo el cierre definitivo de Space. Los autobuses eran pintados a diario con una promoción diferente de cada fiesta, lo que ya te dice que el dinero que les cuesta eso les es totalmente indiferente para lo que van a ganar en una noche.

En Ibiza siempre ha existido una regla no escrita. El verano comienza cuando la discoteca Space abre sus puertas y acaba cuando esta misma cierra. Pero esto no volverá a ocurrir ya que la discoteca que durante 27 años ha marcado el corazón de tantas personas echa el cierre definitivo para dar paso al nuevo rey de Ibiza, Ushuaia, que montará en este mismo espacio una nueva forma de entender el entretenimiento nocturno. El hotel de Ushuaia, en el que se realizan diferentes espectáculos con numerosos artistas hasta las doce de la noche, conectará con su nuevo local a través de un puente cerrado en el que sonará música y con un precioso decorado, según hemos podido saber a través de trabajadores de este mismo lugar.

Ushuaia

Son las ocho de la tarde y nos disponemos a entrar en la fiesta del hotel Ushuaia. El precio de la entrada, comprandola por internet, era de 50 euros. En Ibiza estos espacios tienen una manera de hacerte consumir más y es que conforme van pasando las horas el precio aumenta, por lo que si entras antes para ahorrarte el dinero al final acabas gastando aún más dentro. El festival de Ushuaia llevaba abierto desde las cuatro de la tarde, por lo que al llegar cuatro horas después de la apertura el precio había aumentado hasta los 80 euros y subiendo por horas.

Conforme nos disponemos a hacer cola para entrar nos damos cuenta que este espacio no es el único que hace negocio y es que numerosos individuos se colocaban en la puerta del recinto para revender entradas a un precio más económico que el que puedes encontrar en taquilla. Esto se debe a que muchos sacan varias entradas a través de la web con el precio inicial y luego las venden a un precio mayor.

Una vez dentro podemos ver que es un lugar totalmente diferente a los demás. El complejo se compone de un escenario enorme con luces, cañones de humo y altavoces para que la música llegue hasta el último rincón del exterior del hotel. El cierre del rey de Ibiza, hasta el verano que viene, no podía ser uno como otro cualquiera ya que para la próxima temporada van a montar Ushuaia Night y eso conllevaba conseguir un aumento de la clientela. Montaron una fiesta espectacular, algo que te queda en la retina. Pero como todo, tiene su lado oscuro. La gente no tenía problema en consumir drogas dentro del reciento. No había ningún tipo de seguridad para controlar ese problema, es más, podriamos decir incluso que las 5.000 personas que tenía como máximo de aforo lo completaron sin apenas pensar que podrían superarlo. El festival superó su horario normal dos horas ya que era el cierre y el año que viene se apresura algo diferente con la añadida nueva adquisición.

En definitva, un complejo destinado a llenar el hotel tanto por habitaciones, las que su precio por noche puede llegar hasta 1.000 euros, o simplemente por entradas al festival que se realiza cada tarde de verano.

Space

Es domingo, tras disfrutar una magnífica tarde-noche del sábado en Ushuaia, nos disponemos a entrar al cierre de la que lleva siendo “Catedral de la noche de Ibiza” desde 1989.

Son las seis de la tarde, la discoteca lleva abierta desde las 16:00, el precio para entrar es de 100 euros con dos consumiciones. Space va a cerrar sus puertas definitivamente y durante todo el fin de semana no se habla de otra cosa por esta isla.

Al llegar al recinto, los agentes de seguridad nos comunican que no podemos entrar, que tendremos que volver más tarde ¡Habian completado aforo en tan solo dos horas! Después de escuchar estas palabras me dio la sensación de que esto iba a ser algo único, algo digno de vivir y por supuesto de contar.

Estuvimos esperando para entrar alrededor de dos horas, era necesario que saliera gente para que otras personas pudieran entrar y así no sobrepasar el aforo. Y es que la noche de Ibiza tiene una regla, una vez sales de una discoteca solo podrás volver a entrar volviendo a abonar la cantidad estipulada y asumiendo así la condición de nuevo cliente.

Eran las ocho de la tarde cuando por fin conseguimos entrar, la discoteca ha abierto todas sus salas para dar una fiesta que se recordará como una de las mejores de la historia ibicenca. El espacio se componía de un decorado especial, más de treinta artistas pinchando durante horas. El ambiente de la noche estuvo dominado por camisetas, gafas e instrumentos de todo tipo condecorando su cierre definitivo.

Dentro del reciento, la gente se agolpaba, la euforia se palpaba en el ambiente, las prisas y las ganas de vivir algo inolvidable se apoderaban de la sala. Carl Cox fue el comandante de la fiesta ya que con su ultimo tema Imagine de John Lenon cerró para siempre el espacio exterior de la discoteca.

Artitas como Rebeka Brown, acabaron regalando CDs. Las consumiciones ascendían hasta los 18 euros, pero pese a ello estaban las barras abarrotadas, y es que si alguna queja se le puede poner es que se encontraron un poco faltos de camareros.

En conclusión una autentica pasada a la altura de decibelios que cierra una etapa en la historia del verano ibicenco.

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