No recuerdo el número de veces que un profesor de periodismo ha rememorado la célebre frase de Gabriel García Márquez:
El periodismo es el mejor oficio del mundo.
Nunca pensé que fuera cierto; pero tampoco que fuese mentira. No me lo había planteado hasta el día de hoy, en cuarto de carrera y a punto de salir al mundo laboral, como el resto de mis compañeros. Para muchos de mis acólitos de pupitre es fácil saber lo que harán cuando tengan el título: un máster en El País o en El Mundo, especializarse en periodismo deportivo o en locución de radio. Pero ¿qué ocurre con los que queremos hacer periodismo bélico, periodismo social y educativo, o aún pero, periodismo de investigación? a estos últimos me gusta llamarlos soñadores.
Ambos grupos lo tenemos difícil, y más cuando hoy día el periodismo es una de las profesiones peores valorada en España. Entre el ranking de las peores profesiones valoradas el periodismo ocupa el tercer lugar, en segundo lugar se encuentran los profesores y en primer lugar los abogados; tanto abogados como profesores tienen opción a estudiar oposiciones y a algún que otro puesto fijo que no depende únicamente del gobierno de turno. Nuestro puesto de trabajo está en continua evolución y eso crea incertidumbre a nivel laboral, no sabemos dónde acabaremos mañana, independientemente del nivel de estudios que adquiramos. El intrusismo laboral también nos amenaza, existe una infinitud de personajes televisivos que no son periodistas, pero el pueblo los considera como tal.
Según un informe, emitido por la agencia EFE, de la Asociación de la Prensa de Madrid dirigido por el periodista Luis Palacio, el paro en los periodistas ha aumentado en 2019 en un 2,6%, alcanzando la cifra de 7.003 profesionales en desempleo.
Conociendo estas cifras, y teniendo en cuenta que la mayoría de estudiantes que salimos al mundo laboral no obtenemos trabajo y por tanto no entramos a la bolsa del paro, ¿qué futuro nos espera? Ya me lo advirtieron antes de entrar en la carrera, la mayoría de periodistas acaban como docentes, una profesión muy bonita pero a la que pocos aspiramos.
Apasionada del cine y la literatura. La objetividad no existe, la imparcialidad un reto.