OPINIÓN: El último besamanos

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Parece ser que todo llega a su fin, si no que se lo cuenten al tan temido tiempo. Es lo que muchos deseaban hace muchos años cuando no se imaginaban lo que podría pasar. Hace justamente cuatro años cuando las puertas de la basílica de la Macarena se abrían para contemplar la grandeza y la belleza de la Virgen de la Esperanza. Indudablemente todas las miradas se dirigían a la cara de la dolorosa de San Gil, pero el continente no dejaba indiferente al que se encontraba aquel día en la casa de la Madre. Cuatro años hace que la recién elegida priostía de la Macarena nos sorprendía con el popularmente denominado Besamanos de las guirnaldas. El altar de Pérez Calvo se cubría de pliegues de damasco burdeos acompañados a su vez por guirnaldas de flores blancas. Fue el primero, el primero de muchas sorpresas que nos llevaría por el recorrido de la candidatura de Manuel García. Es verdad que la corporación macarena no es pan comido, ni mucho menos, pero lo que anhelaban los hermanos de la cofradía es volver a lo que fue la Macarena, seña y referente de muchas cosas en el ámbito cofrade andaluz.

Esto hizo nada más empezar cuando se asomó el cincuenta aniversario de la coronación de la Virgen de la Esperanza. Esta efeméride tuvo una gran repercusión entre los cofrades andaluces hasta el punto de ver repartidores de pizza en la cola del besamanos de la virgen en el sagrario de la catedral. El 31 de mayo de 2014 eclipsó todo con la salida de la virgen a la plaza de España. Atrás quedó un besamanos multitudinario, la virgen en el paso del rosario en el altar del jubileo y el traslado del 24, a mi parecer fue más grandioso en todos los aspectos.

Pero los cofrades macarenos esperaban de esta priostía una vuelta al pasado que hacía tiempo que no se veía por el arco. No fue como ellos esperaban, de nuevo un besamanos que recuperaba el palio de Isaura, o eso pretendían. El 2015 nos sorprendía con la restauración de la embocadura del camarín de la virgen, aquel que hiciera Marmolejo para embellecer el altar de Pérez Calvo. En definitivas cuentas es que la priostía no ha estado muy afín a los hermanos macarenos, o ellos creen que sus cofrades no saben lo que dicen.

Atrás queda la virgen ataviada para la festividad de la purísima con la saya rosa y el halo de estrellas, la vestimenta para los difuntos de este año con el tocado negro, la túnica blanca del Señor en el viacrucis, la virgen vestida recreando una estampa de Rodríguez Ojeda, el septenario con las guinaldas florales y la cera tapando la dolorosa, el recorrido de la virgen del Rosario cada vez más corto, la pisada de la alfombra de sal que le regaló Sanlúcar de Barrameda para el cincuenterario de la coronación… Mil y una cosa que los cofrades macarenos no olvidarán por más que pasen los años o hasta que entre un prioste que, según ellos, estén a la altura de la hermandad de la Esperanza Macarena.

Ahí no queda la cosa, vamos a esperarnos al jueves a ver con qué nos sorprende por el arco…

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