¿De dónde viene la tapa?
A mitad de camino entre la gastronomía y la historia, en el espigón que unía Cádiz con San Fernando es donde en 1780 nació el Ventorillo del Chato. Esta casa, que en sus orígenes sirvió como fortín contra los franceses que disparaban desde el Trocadero, era frecuentada por el Rey Fernando VII durante el benigno encierro que sufrió el soberano en la ciudad de Cádiz en 1823.
El monarca, que no despreciaba en absoluto las compañías femeninas, según los escritos de la época, acudía a este ventorro junto a un personaje conocido como Fray Manzanilla, al que apodaban de dicha manera por su cabellera, similar a la de un fraile, y por su afición al vino del mismo nombre. Cabe recordar que Fernando VII es conocido además de como el “Rey Felón”, como “El Deseado”, siendo conocidas sus historias en Cádiz gracias principalmente a la obra “Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós.
Cuenta la historia que fue en una de estas alegres veladas del monarca en el lugar, cuando en un momento determinado y gracias a la luz que entraba entre duela y duela del techo de madera, Fernando VII observó cómo caían unas pequeñas motas de polvo que amenazaban su codiciada bebida. Fue en ese momento, en el que pasaba por allí el propietario del lugar, cuando Fernando VII pronunció aquello de: ¡Chato, tápamelo! El dueño del ventorro, ‘Chano’ García, atendió la petición del Rey con una sublime originalidad, ya que procedió a tapar el vaso con una porción de queso lo suficientemente grande como para cubrir el recipiente.
Tanto al Rey como a los allí presentes les sorprendió esta idea, popularizándose desde entonces pedir que se tapara la bebida con alguna pequeña porción de alimento, dando lugar a lo que hoy conocemos como ‘tapa’, el aperitivo más internacional de la cocina española, presente en la mayoría de establecimientos gastronómicos.