Opinión: Explotación sexual: una pesadilla que seguirá con las víctimas, aunque algún día escapen de ese infierno

Su función, prácticamente, es sobrevivir en un mundo al que ingresaron por obligación, amenazas e incluso por ilusiones.
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Mujeres, víctimas de los mafias que se dedican a prostituir y a la trata de personas. Foto: Juan Carlos Soler. Imagen de archivo, ABC

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La violencia contra las mujeres no cesa a pesar de estar en pleno siglo XXI. Las mujeres nos enfrentamos a diario a un miedo social. Nuestra sociedad, cada vez, nos aterra más y, adicional a eso, la situación económica que atraviesan las familias es un factor que condiciona la calidad de vida y no me refiero, exactamente, a los objetos materiales que se pueden obtener con una buena posición económica, sino que condiciona en sí el sentido de la vida.

Las víctimas de explotación sexual y trata de personas ya no viven, ni mucho menos tienen aprecio a ese sentido de la vida. Su función, prácticamente, es sobrevivir en un mundo al que ingresaron por obligación, amenazas e incluso por ilusiones. Ilusiones que quedarán tan solo en sus pensamientos.

España, además de ser destino, es uno de los países de Europa de circulación que utilizan los grupos organizados para llevar a cabo la explotación sexual hacia mujeres, en este caso, originarias de países africanos y, de esa manera, seguir enriqueciendo sus arcas criminales. Estas mafias operan bajo la orden de la Madame, una mujer que lidera este tipo de organizaciones, desde distintos puntos para controlar a las víctimas y a sus familiares.

Lamentablemente este delito sigue escondiéndose en la sociedad, muchas mujeres inclusive son víctimas desde su núcleo familiar. La situación de vulnerabilidad a la que se enfrentan no solo es económica, sino también, a las decisiones de sus padres, una voz que les arrebata su niñez y adolescencia, en definitiva, se convierten en mercancías de sus progenitores y tratantes.  

Los seres conscientes y hago hincapié en este término CONSCIENTES, porque somos pocos los que, a pesar de, no haber sufrido una situación similar a la de las víctimas somos empáticos y luchamos cada día para que las próximas generaciones, en este caso, hijos, hermanos, sobrinos y demás familiares cercanos a nuestra esfera privada tengan una adecuada educación con respecto a este tema y, de esa manera, evitar que frecuenten sitios donde las mujeres, víctimas de las mafias, son violadas y maltratadas eternamente, porque las secuelas de la pesadilla en la que viven las seguirán lastimando, aunque algún día escapen de ese infierno.     

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