El 2019 ya ha pasado, pero los hechos no se han borrado. Este año pasado por agua – literalmente-, ha dado mucho de que hablar pero muy poco se actúa. Desde la dimisión de Theresa May, pasando por el boom de Rosalia, la guerra Taxi vs Uber, la exhumación de un dictador, el himno feminista que da la vuelta al mundo, la represión en Venezuela, varios intentos de Brexit, París le cantó a Notre Dame, Juego de Tronos llega a su fin, el pulmón de la Tierra ardiendo, el mayor incendio de España en Gran Canaria.. pero sin duda lo más relevante y a lo que menos caso se le hace es que la ONU decretó la catástrofe medioambiental del planeta. Es más sencillo mirar hacia otro lado y pensar que todo es mentira, que ya se solucionará. Lo cierto es que no.
Ha llegado el momento de asumir que el mundo se encuentra en un punto irreversible. La Tierra ya no soporta tanto egoísmo. El ser humano después de siglos y más siglos, ha dado el batacazo final.
Ya no es el hombre quien le da la espalda al mundo, sino que el mundo ya no le quiere mirar. Es el momento de poner remedio, pero es imposible sanar una herida que no está siendo examinada.
Antes de Greta Thunberg, hubo una muchacha que intentó frenarle los pies a las personas. Hacerles ver que el lugar donde se vive no posee fuentes de energía inagotables. La caída fue inminente y la joven pasó a la historia como una chalada con ganas de llamar la atención. El nombre de aquella niña es Severn Cullis – Suzuki y con tan solo 12 años conquistó a los líderes mundiales, que acudieron a la cumbre de Río de Janeiro de 1992. Subió al estrado y recriminó a todos los presentes, la falta de soluciones antes la protección del planeta. “Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones futuras. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren porque no les queda ningún lugar adonde ir”, afirmó Severn. Se le conoció como “la niña que silenció el mundo”. Mencionó el agujero de la capa de ozono, la extinción de las especies, las aguas contaminadas y la tala de los bosques. Sin embargo, no tuvo suficiente impacto. Hoy se declara fan incondicional de Greta, pues como muchas otras personas, cree en sus palabras y no en el cuento chino de que está comprada.
Es curioso como ante un hecho con tantísimo eco, los individuos son capaces de buscar excusas paganas para no hacer frente a la realidad. Es más fácil opinar acerca de cómo los medios utilizan a una chica de tan solo 16 años para hacer campaña, que el hecho certero de cada deforestación, inundación, sequía, nieve en lugares donde no debe haber nieve y temperaturas extremas en lugares que apenas vieron el sol.
Una vez más, solo se presta atención a las minucias que no dan de comer a nadie y se deja de lado lo más importante: la Tierra se muere, cada minuto que pasa tiene menos aire y cada segundo el ser humano es castigado por avaro.