OPINIÓN: Volverán banderas victoriosas

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Es la hora en la que los edificios empiezan a teñirse de color albero dejando atrás las primeras gotas del rocío que enjugan las ropas prendidas bailando en los cordeles. Un patio de vecinos, donde se impregna el olor al café de la mañana y se encienden las primeras luces del día para despertar a la noche. Cada ventanal esconde una pequeña historia, una razón cualquiera que bueno, cada uno tiene. Paulatinamente, ondean cogidas de lazos, enseñas que abren fronteras y alguna que otra disputa. Cuelgan la indiferencia, el sinsentido y la patria, de cada casa. Se descuelgan de balcones y se las echan a los hombros para sentirse aún más afines con la causa. Como “superhéroes” de su propio pueblo; como defensa férrea de derechos, de poder y de deberes, según se mire.

Aparece un pequeño portando una rosa encendida sirviendo como escudo a la bandera de su padre que lo porta y a la ideología de independencia de un pueblo, de otro pueblo. Esa rosa, no representa al "Govern" porque no olviden que sería una desfachatez confundir a los ilegales convenidos, de los catalanes que quieren la independencia y lo más importante, los catalanes que luchan por defender su voz y voto por su patria, una u otra.

Nos enmarcamos entonces, cuando todos esos grandes dioses dependen de la justicia de su “pueblo invasor”, válgame el chiste, y parece que ha acabado una pequeña parte de este sedicioso cuentoAun así, descuiden que habrá más dioses, más mentirosos y más “demócratas” que defiendan la estirpe del seny catalán tras una bandera con olor a cobardía.

 

Manifestaciones del 4 de diciembre de 1978  en Andalucía

Andalucía también tuvo una bandera empapada de sublevación -que se lo pregunten a Felipe González-, aunque se trate de la misma de siempre. Se cumplen 40 años de esa rosa llamada Caparrós”. Y es que, cuando la Comunidad de Andalucía aún no era Andalucía, se echó a la calle a semejanza del pueblo catalán y en consonancia al tiro que le arrebató la vida a este joven malagueño, el “andaluces levantaos, pedid tierra y libertad” de Blas Infante, cobró un sentido especial. En contra de todo y de todos. Andalucía soñó su autonomía y la consiguió plasmada en la Constitución que a día de hoy, nos ampara a todos los españoles. ¡Cómo cambian las cosas! Unos luchando para ser reconocidos dentro y otros, para serlo fuera. Y como bendito contrapunto a lo que sucede actualmente en Cataluña y que Pablo Iglesias tuvo la osadía de comparar, dejo atrás la “arbonaida” y al Estatuto de Autonomía de 1979.

La “estrellada” ha quedado como el Parlament y a mi pesar, seguirá visto como si de la "Toma de la Bastilla" se tratara. Andalucía, responde desde el más fuerte de los nacionalismos, porque a nacionalistas no nos gana ni Cataluña, ni País Vasco, ni nadie. Y defendemos una España unida, “libre” y fuerte. Colgamos la bandera desde nuestros balcones haciendo fachada de buen español pero cuando nos preguntan por nuestros hijos, debemos decir que está en algún lugar remoto, “menos en los Países Catalanes”. Que el umbral de pobreza en la población sube y que en la calle Génova de Madrid, una bandera de las que tenemos ondeando al sol de nuestra Andalucía, es la que tapa la fachada del partido que ha aprovechado la situación para recortar más en sanidad y en educación, en Andalucía expresamente. Pero tampoco debemos ir más allá de nuestras fronteras, cuando somos nosotros mismos los que callamos las bocas de nuestros paisanos catalanes, y digo paisanos porque más de unas manos que levantaron la Sagrada Familia viene de los cortijos y no de las masías, y defendemos esa democracia que entre los "Pujol" y los "ERE" aún no han sabido repartir de la mejor manera. 

Y en tiempos en los que mostramos banderas de tantos tipos y colores, deberíamos de ser conscientes que sólo una nos representa a todos en lo bueno y malo de ésta, nuestra pequeña historia. Todas esas personas que sostienen banderas que no saben de donde vienen, la sangre que han dejado en el camino y en el caso más trágico, no saben ni que representan como ese niño en brazos de su padre, deberíamos realzarla como enseña que nos defiende a todos y no como un escudo frente al rechazo de unos cuantos que intentan seguir quemándola por las esquinas que intentan o le interesa a cada uno.

No olviden que, son muchas las personas que la defienden como si tatuada en el brazo fuese, en sitios donde la paz, ni está ni se le espera. Que muchas personas, han dado su vida, depositando en ella su esperanza para hacer de este, el país que tenemos. Pero no la manchen. Escuchen a todos los catalanes, no solo al que vende la prensa desde un colegio porque se hace notar. Ponedla en las elecciones y no solo cuando se gane al fútbol, porque podría marcar un contrario a vuestras ideas; ponedla siempre. No sólo vale tener bolsos con la bandera de los Estados Unidos de América porque es “muy bonita” y yo, “muy libre” ya que al contrario, se trataría de retrógrados y fachas que defienden algo tan extraordinario como es la bandera de su propio país. ¡Qué manías tiene mi España!.

Ahuyentando el lado fascista que puede relacionarse con el título, espero que vuelvan. Quiero que sea de todos, capaz de escuchar y cuya voz se escuchara donde fuese necesario. Quitároslas de las espaldas y que siempre esté en los balcones. Pero usadla para la justicia; para ser justos y no superiores. Usémosla para estar unidos, no para separar. Para ser andaluces de la “A” a la “Z”. Y ahora, mientras vuelve a caer la noche en este patio de vecinos con opiniones tan variopintas como casas existen, que vuelvan a izarse las banderas de cada balcón. En los ventanales, la rojigualda” y la “señera”, porque "volverán las banderas victoriosas" para cuando el himno vuelva a sonar. Y a los que desafiaron a la Constitución, a la de todos, escuchen atentamente:

“Que tiemble el enemigo, al ver nuestra bandera: como hacemos caer espigas de oro, que cuando conviene segamos cadenas.”   –Els Segadors-

 

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