La vida rural, ¿la mejor?

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Cambiar radicalmente de vida no es nada fácil, solo los más atrevidos son capaces de dar el paso y comenzar de cero. Me refiero a las personas que tienen un buen trabajo, una vida resuelta, amigos, familia, una casa y mucho más en una ciudad, y lo dejan todo para ir a un lugar escondido entre los arboles. Algo así fue lo que le paso a Ana Sánchez.

Ana es una mujer de 44 años que hace un par de años decidió mudarse al campo. Ella residía en Cádiz, lugar en el que trabajaba como esteticista y en el que tenía su propio gabinete de estética. Tras su divorcio pensó que lo mejor para superarlo y vivir nuevas experiencias era cambiar de aires, y así lo hizo. Llamo a su tío el cual vive en El Rocío y este le dejo una de sus propiedades cerca de la aldea para que ella viviera allí a cambio de que se encargara de cuidar la casa, el campo y sus animales.

Sus objetivos principales a la hora de dejar de lado la vida urbanita fue conectar con la naturaleza, ya que es lo que siempre había querido realmente aunque nunca se había atrevido a hacerlo. "Mi vida antes era divertida y sociable, pero cada día terminaba agotada y con mucho estrés. Tenía la sensación de que trabajaba siempre y tenía muy poco dinero", afirma a este medio Ana Sánchez.

Además, esto le ha llevado a practicar la autogestión, es decir, al poco tiempo de mudarse creó al lado de la casa un huerto, del cual se autobastece. En él planta todo tipo de verduras, hortalizas y frutas. Por otra parte, también tiene gallinas y gallos de los que obtiene huevos. Ana es vegetariana, de forma que con eso y poco más que comprar en el supermercado tiene de sobra para subsistir. ¿Y a qué se dedica allí?  Pues básicamente a lo mismo que cuando vivía en Cádiz, trabaja todas las tardes en un gabinete de estética. Además se dedica a recoger perros y gatos abandonados y buscarles dueño, colaborando de alguna forma con la perrera de Almonte. 

Ana Sánchez ha declarado que no existe posibilidad alguna que le haga volver a la ciudad, ya que dice que junto a sus perros, Tao y Keka,  y sus nuevas amigas a las que ya considerá parte de su familia, su trabajo y la naturaleza tiene mas que suficiente para ser mucho más feliz de lo que era allí. "El campo me permite hacer cosas que en la ciudad no puedo. No es que sea mejor ni peor, es diferente".

Ademas también ha declarado a EUSA News que "esta oportunidad me ayuda a reconciliarme con la vida. Antes vivía en un mundo con unos valores que giraban en torno a ganar dinero y gastar. Ahora llevo una vida modesta y he aprendido a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas". 

Asegura que al principio echaba de menos tenerlo todo más a mano, a medida que va pasando el tiempo se dio cuenta que no necesitaba ni la mitad de las cosas que antes tenía. También le compensa el hecho de acostarse escuchando el sonido de la naturaleza, respirar y alimentarse de forma verdadera.

A muchas personas se les pasa por la cabeza siempre la misma pregunta: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, pasan los días y no son capaces de responder, es por eso que a veces es mejor actuar por impulsos que pensar las cosas más de una vez. 

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