OPINIÓN: In Ictu Oculi

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Seamos serios; el barroco está hecho para el día de Todos los Santos y para Sevilla que, tiene la grandeza de sentirse en el luto de noviembre cuando una vecina del barrio de la hija de Hércules, se viste de terno negro en señal de duelo por la muerte de un torero. El barroco hace que Sevilla, sea religión ortodoxa cuando nos referimos al de la guadaña. Y queridos amigos, me refiero a la muerte; no al que te da agua en un jarrillo de lata cuando te quedan veinte “chicotás” para el relevo.

Híspalis, constituye desde el día de Todos los Santos una inmensa nube de polvo y lluvia que hace temblar en Santa Cruz hasta la empuñadura de un Don Juan. Y es que el barrio, su barrio, sigue recordando a la Susona por si a alguien se le olvidaba que eso del amor, también mata.

La Tuna, que canta a la vida y la vida que busca el reloj para parar a la muerte. Pero para muertes bonitas, la del Hospital. Hoy es día, de sentarse en la Iglesia de la Santa Caridad y mirar el entierro de Pedro Roldán. Mirar a izquierda y derecha y ver a la muerte “En un abrir y cerrar de ojos” y “El fin de la gloria del mundo”. Joyas.

Unos amigos extranjeros me comentaban una vez, que los nazarenos del Silencio les hicieron pensar que estaban en Halloween y fueron ellos los que les dieron caramelos. Entiendan que, una imagen internacional como puede ser la de un miembro del Ku Kux Clan impresione, asuste e incluso haga que nos cataloguen de locos. Consiste en aceptación y comparación, como nosotros la fiesta de Halloween con el Carnaval de Cádiz o el bailar sevillanas con “Thriller”.

A mí me gusta que los niños se disfracen. Es “un juego de niños” a fin de cuentas y Sevilla, sabe muy bien estructurar y guardar sus tradiciones con respecto a otras, en este caso, anglosajonas. Es absurdo no querer que los niños tengan una excusa para pedir golosinas vestidos de monstruos. Como si se disfrazan de Susana Díaz, que asustaría bastante y más, a Sánchez.

Lo único, que Sevilla está a otro nivel y la muerte solo asusta cuando va en un paso el Sábado Santo con una guadaña. Mientras tanto, la muerte aquí es tan bonita que nunca muere. Siempre queda en cualquier rincón o expirando, la gran parte del tiempo en Triana, para no irse jamás de esta ciudad barroca donde siempre, vence la vida. 

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