Hakuna, la nueva realidad religiosa que mueve a la generación Z

Este fenómeno combina espiritualidad y cultura pop para acercar a los jóvenes a la fe, entre elogios y críticas
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Arrodillamientos, música en directo y cientos de jóvenes cantando ante el Santísimo Sacramento. Es el sello habitual en los encuentros de Hakuna, el movimiento católico que se ha convertido en una de las principales puertas de entrada a la fe para las nuevas generaciones en España. Su expansión, especialmente notable en universidades, ha despertado tanto entusiasmo como debate dentro de la Iglesia.

Nacido tras la JMJ de Río de Janeiro en 2013, Hakuna ha logrado fusionar tradición litúrgica y cultura pop, ofreciendo adoraciones eucarísticas con música contemporánea, dinámicas comunitarias y un lenguaje cercano al mundo juvenil

Para María del Pino, responsable de jóvenes universitarios dentro de Hakuna en Sevilla, considera que uno de los desafíos más grandes de los jóvenes actualmente es integrar su vida espiritual en un mundo lleno de distracciones. “En Hakuna abrazamos mucho lo que es la realidad de salir y de poder abrazar a todas las realidades. Hakuna no es un cristiano light; aquí no se puede hacer lo que te dé la gana”.

El movimiento insiste en que su estética musical no es un fin, sino una herramienta para conectar con quienes no encuentran sentido en las estructuras religiosas tradicionales. Sus encuentros combinan formación, adoración, servicio social y convivencia, creando una comunidad donde muchos jóvenes aseguran haber encontrado un hogar espiritual.

El testimonio de Álvaro de Lossada refleja el impacto personal que muchos miembros aseguran experimentar.“Ha sido un cambio muy radical, de vivir una vida mundana bebiendo de la sed del mundo a pasar a vivir en un mundo bebiendo de la fuente de Cristo”.

Testimonios como el suyo se repiten entre jóvenes que aseguran haber encontrado en este movimiento una forma auténtica, alegre y exigente de vivir el cristianismo.

Sin embargo, el crecimiento de Hakuna no ha estado exento de crítica. Algunos teólogos y sacerdotes han señalado que existe el riesgo de desarrollar una fe demasiado emocional, dependiente de experiencias intensas y con riesgo de debilidad doctrinal. “La emoción puede atraer, pero la fe necesita profundidad para sostenerse en el tiempo”, apuntan sectores más tradicionales.

Otros, como el sacerdote Enrique Barrera, ven en Hakuna una oportunidad para la Iglesia en un momento de fuerte secularización juvenil. “Lo importante es que los jóvenes se encuentren con Cristo. Que acudan a adoración, se formen, hagan vida comunitaria y sirvan a los demás. Si este movimiento logra eso, hay algo que Dios está inspirando”.

Hakuna se ha consolidado como un fenómeno juvenil en España y comienza a extenderse internacionalmente. Sus eventos reúnen a miles de jóvenes en ciudades y campus universitarios, sus canciones acumulan millones de reproducciones y su presencia en redes sociales multiplica su impacto.

Mientras la Iglesia reflexiona sobre cómo responder a los retos del mundo contemporáneo, Hakuna parece haber encontrado un lenguaje capaz de interpelar a una generación digital y desorientada, que no renuncia a la espiritualidad pero busca formas nuevas de vivirla.

En medio de elogios y recelos, el movimiento sigue creciendo y sus seguidores aseguran tener clara su misión: vivir la fe desde dentro, con alegría y coherencia, y llevarla a la calle.



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