El caos de las tallas: cuando una misma prenda tiene cinco medidas distintas
Las grandes marcas de moda se enfrentan a la crítica por la falta de tallas inclusivas y la confusión del tallaje. Entre espejos, etiquetas y autoestima, miles de consumidores se preguntan si la ropa dejó de adaptarse a la gente.
EL ESPEJISMO DE NÚMERO
El llamado vanity sizing, la práctica de modificar tallas para ajustarse a la imagen ideal del público objetivo es una de las causas más señaladas. Algunas marcas reducen centímetros para proyectar exclusividad, mientras que otras amplían medidas para fidelizar. El resultado: una absoluta falta de coherencia entre tallas que, en teoría, deberían equivaler.

Un estudio europeo de 2023 reveló que el 68% de las consumidoras no sabe cuál es su talla real, y un 75% asegura que la ropa que compra online no le queda igual que la que se prueba en tienda. “Es una lotería emocional”, opina Paula Ortega, diseñadora emergente. “El tallare debería ser una referencia, no un motivo de ansiedad”.
Una cuestión de inclusión (y de salud mental)
La falta de diversidad en las tallas tiene un impacto más profundo de lo que parece. Numerosos colectivos de defensa de la imagen corporal denuncian que la industria de la moda sigue promoviendo un ideal de delgadez que deja fuera a una gran parte de la población.
“Cuando no encuentras tu talla, el mensaje es claro: tu cuerpo no encaja”, afirma Marta García, psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria. “Y ese mensaje, repetido desde la adolescencia, tiene consecuencias en la autoestima y en la relación con el propio cuerpo”.
Ante esta realidad, algunas administraciones ya están actuando. En Cataluña, el Govern anunció en 2024 una reforma del Código de Consumo que obligará a las grandes marcas a ofrecer un abanico más amplio de tallas y a indicar las medidas reales de las prendas. Una medida pionera en España que busca, según el ejecutivo, “romper con la presión estética y democratizar la moda”.
“No quiero ropa especial, solo ropa normal”
En el centro de Madrid, Ana Ruiz, de 39 años, recorre tiendas buscando un vestido para una boda. Usa la talla 50. “En muchas tiendas ni siquiera hay de mi talla en el local. Me mandan a la web”, cuenta. “Y cuando por fin encuentro algo que me entra, suele ser básico, sin forma o de colores tristes. Es como si la ropa para mujeres grandes no pudiera ser bonita”.
El sentimiento se repite. Según datos de la Asociación Española de Moda Sostenible, más del 30% de los consumidores españoles no encuentra su talla habitual en tiendas físicas. Un mercado desatendido que, sin embargo, mueve miles de millones al año.

“Las marcas creen que producir tallas grandes no es rentable, pero eso es un mito”, explica Clara Benítez, responsable de una firma inclusiva de moda online”. “Lo que falta no es demanda, sino voluntad. Las grandes marcas prefieren mantener una imagen aspiraciones, aunque eso suponga dejar fuera a media población”.
Entre la rentabilidad y la empatía
Detrás del debate también hay razones industriales. Los sistemas de patinaje se basan, en su mayoría, en un solo tipo de cuerpo: el de una mujer delgada, alta y de proporciones regulares. “Modificar los patrones implica rehacer la cadena de producción”, explica Benítez. “Pero la verdadera pregunta es: ¿de verdad queremos una moda que solo sirva para un tipo de cuerpo?”.
Mientras tanto, la moda inclusiva gana terreno en redes y pasarelas alternativas. Diseñadores jóvenes apuestan por colecciones sin género y sin talla fija, donde la prenda se adapta a la persona, no al revés. Un cambio de paradigma que busca reconciliar la moda con la diversidad real de cuerpos.
Una talla más humana
El espejo del probador sigue devolviendo una imagen incómoda. Lucía, la joven que no logró abrochar el pantalón, sonríe con ironía: “No pasa nada, será culpa del tejido”. Pero en su tono hay una resignación
conocida.
La pregunta permanece:
¿De qué sirve una industria que habla de libertad y autoestima si sigue midiendo el valor de un cuerpo por una etiqueta?
Quizá el futuro de la moda no pase por inventar nuevas tendencias, sino por diseñar algo mucho más revolucionario: ropa que nos abrace a todos.

Estudiando de cuarto año de Periodismo , sobretodo interesada en la moda y en el mundo de la música .












