Influencers en la moda: cómo marcan tendencia

Los pequeños creadores se convierten en el espejo real de la moda y las marcas cambian su forma de conectar con el público

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Durante la última década, los influencers han pasado de ser simples creadores de contenido a convertirse en auténticos líderes de opinión dentro del sector de la moda. Figuras como Dulceida, Maria Pombo o Jessica Goicochea acumulan millones de seguidores y colaboraciones con grandes marcas internacionales. Su influencia ha sido tal que muchas firmas ajustan sus lanzamientos a las tendencias que marcan en Instagram o TikTok.

Wikipedia

“20minutos”

Marie Claire

Dulceida, por ejemplo, fue una de las pioneras en convertir su estilo en una marca personal rentable, con su propia agencia de representación y un festival de moda y redes sociales que reúne cada año a miles de seguidores. María Pombo, por su parte, ha lanzado su propia firma de ropa “Name The Brand” y mantiene una comunidad de más de tres millones de seguidores que confían en su estilo natural y su cercanía familiar.

Sin embargo, esta hegemonía digital comienza a compartir espacio con un fenómeno cada vez más fuerte: el de los influencers. Estos creadores, con comunidades más pequeñas (entre 10.000 y 50.000 seguidores), están conquistando la atención de las marcas gracias a su mayor credibilidad y conexión emocional con el público.

“Ya no se busca solo impacto visual, sino conexión real. Las marcas quieren que sus productos lleguen a comunidades con voz propia” Explica Laura Sanchez, especialista en comunicación digital y estudiante de cuarto de periodismo en la Universidad de Sevilla.

Según un informe de IAB Spain 2025, el 65% de las marcas españolas de moda planea aumentar su inversión en campañas con influencers. Estas colaboraciones, aunque más modestas en cifras, generan tasas de interaccione hasta tres veces superiores a la de los grandes perfiles. La razón es sencilla: los usuarios perciben estos contenidos como más espontáneos, menos publicitarios y más cercanos a su realidad diaria.

Además, mientras influencers como María Pombo o Grace Villarreal se han profesionalizado al máximo creando marcas propias o agencias de representación, muchos influencers se mantienen más cercanos, compartiendo contenido cotidiano, reseñas honestas o prendas de pequeña marcas locales. Ese aire de autenticidad es lo que, según los expertos, mueve las decisiones de compra de la Generación Z.

La tendencia ha llegado a Andalucía. En Sevilla, creadores emergentes como @mariaclarastyle o @rociogvfit se han consolidado como referentes de estilo cercano y asequible, mezclando prendas de tiendas locales con grandes firmas. Su contenido, basado en la naturalidad, demuestra que la moda ya no pertenece solo a las pasarelas, sino también a los feeds.

Además, las plataformas han cambiado las reglas del juego. TikTok se ha convertido en el escaparate más potente del sector, con vídeos de moda que pueden alcanzar millones de visualizaciones en cuestión de horas. Los retos de estilo, los “haul” de ropa o los “get ready with me” son ahora el formato dominante para conectar con el público más joven.

Youtube

Youtube

Incluso las grandes pasarelas s han adaptado a este fenómeno,. En la última Madrid Fashion Week, varios influencers fueron invitados por primera vez a los desfiles de reconocidas firmas españolas. Su cobertura en redes generó más interacción que las publicaciones de medios tradicionales, lo que confirma que el poder de la moda ya no se mide solo en apariciones en revistas, sino también en visualizaciones, likes y comentarios.

Un cambio de paradigma

En un entorno cada vez más saturado de publicidad y filtros, las audiencias valoran la transparencia. Los grandes influencers siguen marcando el camino, pero los creadores están redefiniendo el concepto de influencia.

Ya no basta con lucir la prenda perfecta: hay que contar una historia que conecte con quien la ve. La moda se ha convertido en un espacio de conversación donde los valores, la sostenibilidad, la diversidad o la autenticidad pesan tanto como el diseño.

Así, en la era del algoritmo y las tendencias virales, la influencia se mide en confianza. Y tanto los grandes nombres como los pequeños creadores comparten una misión común: mantener viva la conexión entre estilo y persona.

La moda ya no se impone; se comparte, se conversa y se vive.

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