Hoy en día resulta más relevante cómo se nos ve a través de una red social que reflejar quiénes somos realmente restándole importancia a la vida cotidiana y al día a día. Las redes sociales se han transformado en una realidad alternativa donde solo se muestran los mejores momentos, como las mejores vacaciones, la mejor ropa y la mejor cara. Pero, ¿cómo conservamos esa imagen perfecta?
Una de las mayores afectadas en nuestro día a día debido a este suceso es nuestra autoestima, al comparar continuamente la vida `perfecta´ de otros, olvidando que solo vemos una parte de la historia. Pero, ¿qué sucede?
La necesidad de mejorar constantemente para los demás en lugar de centrarnos en nosotros mismos. Dejando un claro efecto psicológico. Un estudio de la Universidad Panamericana muestra que el exceso de uso de redes sociales, concretamente en jóvenes, puede provocar ansiedad y fomentar al ciberacoso.
La búsqueda de `likes´ y comentarios puede llevar a la persona a una obsesión por la aprobación de los demás y que la única forma de sentirse importante sea a través de la opinión externa.
Pese a todo, las redes sociales no son completamente negativas, al contrario, presentan aspectos bastante positivos como el mantener en contacto a las personas y conocer cómo se encuentran. El problema comienza en la forma en la que percibimos el contenido, y quizás sea el momento de comenzar a recordar que nuestras vidas no necesitan ser perfectas para ser importantes y valiosas.
La imagen más conseguida o más reproducida no es la importante, sino aprender a disfrutar de esta nueva era de la tecnología y aceptar la parte humana y real de la sociedad.