Opinión: Black Friday, una negra historia

El Black Friday, o más bien su uso, es una consecuencia más de la globalización. Para la gran mayoría, el Black Friday es el gran día de rebajas del año, sin embargo, su origen es mucho más complejo. Existen muchas teorías a cerca de la creación de este popular término, pero lo que parece seguro es que su primera utilización se remonta al estado americano de Filadelfia, en 1961. Los policías utilizaban este término traducido como Viernes negro para hacer referencia a la ingente densidad de tráfico y circulación que tenia lugar en la jornada siguiente al día de Acción de Gracias, uno de los días más señalados en el calendario americano.
Por otro lado, el término Black Friday era utilizado para referirse al superávit que tenia lugar en los días posteriores a la festividad de Acción de Gracias, donde los números rojos se convertían en negros gracias al gran consumismo en el que se suma la población, que abarrotaba – y sigue abarrotando – tiendas y grandes almacenes. Este término americano esta ligado de manera inherente al concepto de rebajas. En Estados Unidos, tras la desastrosa crisis de 1929, los almacenes se quedaban con una gran excedente de producción que no era vendida. Para paliar los efectos económicos de esta situación, el empresario Fred Lazarus Jr. , fundador de los almacenes Macy´s, planteó por primera vez la idea de bajar los precios durante un periodo de tiempo determinado, pudiendo ser considerado el inventor de las rebajas. Tan grande fue el éxito de esto que el entonces presidente norteamericano Herbert Clark Hoover adelantó una semana la festividad de Acción de Gracias – que marca el inicio de las fiestas navideñas en Estados Unidos – para disponer de más tiempo para realizar rebajas y dar salida a ese gran excedente de productos, lo que repercutiría de manera muy positiva en la economía.
El Viernes Negro de 1869: el fraude del oro
Muchos años antes, el primer Viernes Negro de la historia está muy lejos de las grandes ocasiones en grandes almacenes. En el año 1869 Estados Unidos estaba inmerso en un gran proceso de reconstrucción tras la Guerra Civil. Con este propósito, el Gobierno Federal emitió moneda sin respaldarla con oro para financiar su deuda, prometiendo pagar los bonos y monedas con oro o un metal equivalente. Estados Unidos tenía una reserva de oro estable, por lo que el Gobierno contaba con un gran poder para fijar el precio del metal. Sin embargo, este poder se convertiría también en el talón de Aquiles que los especuladores Jay Gould y Jim Fisk – con un gran interés en el ferrocarril-utilizarían para agrandar su fortuna. Los millonarios consiguieron colocar a un colaborador, Daniel Butterfield, como subsecretario del Tesoro. Es decir, último responsable de gestionar las reservas de oro estadounidenses. Gould y Fisk comenzaron a acumular oro desde los meses de agosto y septiembre de 1869, utilizando para esto en algunos casos sociedades interpuestas. El presidente Gant descubrió el plan de los especuladores, y en pocas semanas se desató la locura con el precio del metal a causa del rumor de que dos especuladores estaban acumulando grandes cantidades – lo que era cierto – Dos días antes del conocido como Viernes Negro, el oro que cerró el verano en 132 dólares, cerró el jueves 23 de diciembre en más de 144, llegando a los 200 durante la jornada. Entonces, Gant inundó el mercado con las reservas de oro acumuladas, creando un terremoto en Wall Street y haciendo que se desplomara su precio hasta los 133 dólares, es decir, una caída del 33%, provocando retenciones de hasta el 20%. Sin embargo, esta debacle fue aún peor en las materias primas, los granjeros vieron como sus cosechas de trigo y maíz pasaron de un momento a otro a valer un 50% menos. Las consecuencias económicas de esto fueron devastadoras, durando meses y manchando la presidencia de Grant. Ambos especuladores salieron indemnes.
La cercanía con el Jueves Negro
Tras la Primera Guerra Mundial, llega un periodo de reconstrucción liderado por Estados Unidos y una fe absoluta en el sistema capitalista. Norteamerica se convierte en el motor de la economía mundial y su modelo de vida se convierte en un ejemplo a seguir en todo el mundo, el conocido como American way of life. La economía se encuentra renovada por la venta a plazos y las grandes cadenas de montajes. Surgen el automóvil, los electrodomésticos y el teléfono. Comienza el consumismo y el entretenimiento de masas alcanza una de sus grandes cimas para lidiar con una población traumatizada tras la Primera Guerra Mundial. Eran los “felices años 20”. Toda esta bonanza se vería truncada el 24 de octubre de 1929, un Jueves negro que daría comienzo al Crac del 29.
El jueves 24 de octubre, según los historiadores, fue el primer día de pánico. Ese día se transfirieron 12 894 650 participaciones, muchas de ellas a precios que destrozaron los sueños y esperanzas de quienes las habían poseído
John Kenneth Galbraith. El crac del 29
Pánico, eso es lo que debieron sentir los que se encontraban aquel día en la bolsa de Nueva York, en Wall Street. Los que asistieron a uno de los mayores desplomes de la economía mundial. Las principales causas de esta histórica caída fueron las muestras de debilidad de la economía y una gran subida artificial de los valores como consecuencia de la especulación. La mañana del 24 de Octubre de 1929 dieron las 10 de la mañana y el edificio de la Bolsa de Valores de Nueva York no había abierto sus puertas, a última hora de las negociaciones del día anterior el mercado financiero se había desplomado, con mas de 2 millones de acciones vendidas en una caótica oleada. Daba comienzo la Gran Depresión.
Su llegada a España
El inicio de esta fiebre por las rebajas en España se debe a la marca estadounidense Apple, que en 2010 decide rebajar sus productos un 10% haciendo que esta circunstancia coincida con el Black Friday en América. Sin embargo, la costumbre se arraigó cuando en el 2012 el Gobierno autorizó las rebajas en cualquier época del año, dando carta blanca a los comercios para “celebrar” el Black Friday, que llegaría a España para quedarse hasta la actualidad en una sociedad cada vez más sumida en un profundo consumismo. La globalización es la causa principal de la extensión de este término, que lejos de ser traducido, es fácil de encontrar en su idioma original en cientos de escaparates y tiendas en multitud de países.
Los grandes movimientos de población en Filadelfia, el fraude con las reservas del oro, los excedentes de producción, e incluso el “cercano” Jueves Negro. Todo se remonta a la historia de Estados Unidos. Cien años después, aunque con algunas semejanzas, estamos lejos de los “felices años 20”, pero la historia tiende a repetirse, y en este caso nada ha cambiado. Estados Unidos sigue siendo el espejo en el que el mundo se mira y, lo que pasa en Norteamerica, difícilmente no acaba arrastrando consecuencias para el resto del mundo. Sin embargo, América no ha dejado de tener graves problemas sociales, como el racismo, las oleadas de violencia – policial y ciudadana – o una creciente radicalización en algunos sectores de su sociedad. Todo esto está alejando poco a poco al resto de sociedades de querer imitar el modelo de vida americano. Quizás los problemas de las sociedades futuras no encuentren su origen en Estados Unidos, lo que si es prácticamente seguro es que las sociedades seguirán echándose a la calle para comprar en el Black Friday, que con su consumismo hace que la población se olvide de la historia.
