Los Pajaritos, un pesebre de fe
Siendo Jesús hijo de Dios, no fue a nacer en un palacio, ni creció entre idas y venidas de sirvientes que le hicieran más fácil su vida, no fue Jesús a nacer entre la nobleza de la época, ni hizo que se postrasen ante Él ni patrias ni reinos, como el Hijo de Rey que era. Fue a nacer en un humilde rincón en la ciudad de Belén, entre animales que le daban calor, entre paja y madera, acunado entre harapos, adorado por pastores. Ahí nació el Rey de Reyes.
Y es ese Hijo el que ha correspondido, con su andar tan humano como divino, a la fe del barrio más pobre de España, que sin tener nada lo ha dado todo por recibir en su casa al Gran Poder de Sevilla.
El sevillano barrio de los Pajaritos, perteneciente al Distrito Tres Barrios – Amate, es una de las zonas más pobres de España, con rentas bajas y una gran cantidad de población. Sin embargo, qué barrio hay con mayor riqueza que aquel que recibe entre sus calles al que bien es llamado Señor de Sevilla. Se pudo ver a una mujer anciana llorando desconsolada mientras su marido suspiraba, con las manos apoyadas en los hombros de la mujer a la que ama , con esa ternura que tan solo se fragua con los años, y a su lado, la hija que con devoción animaba a su madre diciéndole: “no llores, alégrate porque has podido verle”. Se pudo ver como los padres, conscientes de lo que estaban viviendo, intentaban grabar en las memorias de sus hijos ese momento en el que la luz del sol doraba tímidamente la mirada del nazareno que en andas llevaba a la gente con su cruz. Se pudo ver como los que apenas nada tenían, de repente lo tuvieron todo. Se pudo ver como la esperanza, sin llamarse esta vez Macarena, llenaba de nuevo cada esquina y cada calle. Lo que no se podrá ver, y dudo que alguien en el futuro pueda, es una ciudad con más fe que Sevilla.
Antes que los reyes, mucho antes que los nobles, mucho antes que el incrédulo, antes de todos ellos, fue un pastor el primero en clavar en el suelo su rodilla para adorar al que vino para salvar. Cantó Raphael en su afamado villancico que este hubiese querido poner a los pies de su Señor un presente que le agradase, pero no poseía más que un viejo tambor con el que tocaría toda la noche en su honor. Quizás sea hora, con el Gran Poder en Los Pajaritos, de empezar a transformar nuestra manera de ver al Padre, comenzando a verlo como lo que es, un padre. No regalas algo a tu padre cada vez que vas a verlo cuando ya no vives en casa, no acudes siempre en traje, no cuelgan de tu cuello pesadas medallas ni hay broches de oro en tu solapa. No obstante, siempre hay un abrazo, una sonrisa, un te quiero: amor. No espera tu padre ser agasajado siempre. No miró por encima de su hombro Dios a ese pobre tamborilero, no se acercaba por las calles a ricos y pudientes, sino a pobres y leprosos. No pretenden estas líneas atacar la idiosincrasia de esta tierra, que a su manera más sentida, ama a Dios más que a si misma, pero sí pretenden sin embargo señalar que no ha de ser tan extraordinario como lo ha sido esta salida ver a Dios hecho hombre en los lugares más humildes, pues es ahí donde Dios acuna la creencia más auténtica: en un pesebre de fe.
Toda la información sobre los siguientes traslados del Gran Poder: https://www.diariodesevilla.es/semana_santa/horario-recorrido-traslados-Gran-Poder-tres-Barrios_0_1619539788.html
Para solicitar la invitación en la Misa Pontifical del IV centenario del Señor y acción de gracias por la Santa Misión Evangelizadora: https://www.gran-poder.es/solicitud-de-invitacion-para-la-misa-pontifical-del-iv-centenario-del-senor-2/
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