Poder ser quien verdaderamente querías no estaba permitido

Dentro de una España retrógrada y machista, las mujeres transexuales eran vistas como seres invertidos o incluso peligrosos. No había aceptación por parte de la sociedad, y los principales denunciantes eran los vecinos e incluso, su propia familia. Las autoridades siempre acudían hasta dichas acusaciones.
A día de hoy, la diversidad forma parte de la normalidad. No obstante, anteriormente no era así . La Ley de Vagos y Maleantes, promulgada en 1954, les pisaban los talones, impidiendo que pudieran ser quien verdaderamente querían ser. Ante la terrible realidad en la que se encontraban, muchas mujeres transexuales decidieron que el suicidio era la mejor opción. Las más afortunadas pudieron marchas a países del norte de Europa.
Los inicios de la comunidad transexual no se encuentran en los locales de ambiente de Torremolinos, ni mucho menos. Antes, hubo un pasado, un pasado donde la represión y el auto-desprecio estaban presentes de manera permanente. Las personas de aquel momento también amaban, pero muchas tuvieron que aprender a amar a escondidas. La sociedad de aquel entonces considera que aquella manera de amar era un delito mal visto por todos, una especie de enfermedad.
Es importante dar voz a todas aquellas mujeres que lucharon por sus derechos. Aquellas mujeres transexuales que se convirtieron en las peor tratadas y en las más humilladas. No existía explicación ante este continuo acoso porque no cometían ningún delito, simplemente eran “bichos raros” en una sociedad retrógrada propia del contexto de la dictadura.
Fin de la dictadura
Cuando muere el dictador Francisco Franco en 1975 aparecen las primeras elecciones democráticas. Tiempo después, desaparecieron leyes de represión política y social. Sin embargo, el proceso de libertad para la comunidad homosexual fue mucho más lento. Los homosexuales no fueron amparados por la Ley de Amnistía promulgada en el año 1977. Los poderes autoritarios y la sociedad mantenían una actitud homófoba, reprimiendo a aquellas personas en razón de sus peculiaridades. La marginación continuaba presente, pero el día 26 de diciembre de 1979, ser homosexual dejó de considerarse un delito.
Muchas mujeres transexuales fueron víctimas de estas leyes degradantes, de las detenciones y de las noches en comisaría, sin contar con las palizas o las torturas que ellas recibían, siempre sin justificación por parte de las autoridades. Ante esta realidad, muchas quisieron someterse de manera voluntaria a terapias castradoras, llegando a considerar que poseían una desviación peligrosa para la sociedad. Lamentablemente, otra gran parte se decidió por la medida más drástica: el suicidio.
Soraya González García: “Cuando tenía catorce años ya me habían detenido catorce veces”
Soraya nació en el año 1951 en Sevilla, en el barrio de Triana, donde actualmente habita. “Para mí, mi Triana es lo mejor de este mundo”. A día de hoy, se ha convertido en una mujer muy querida en su propio vecindario. Casa mañana se levanta para pasear a su querida perrita, aprovechando para desayunar en su bar preferido ubicado en la calle Castilla.
Soraya es una mujer valiente, y para ella esconderse nunca ha sido una opción. “Yo me levantaba como todo el mundo, iba de un lado al otro, pero con cuidadito, porque estamos perseguidos, muy perseguidas de todo”. Sin embargo, no ha tenido una juventud fácil, teniendo que aprender a luchar contra mil adversidades, pero esa valentía y simpatía siempre la ha caracterizado para conseguir ser quien verdaderamente ha sido siempre: una mujer con todas las letras.
Desde su adolescencia ha estado vigilada por las autoridades: “Cuando tenía catorce años ya me habían detenido catorce veces. No me dejaban ni pasar el puente. En cuanto íbamos a cruzar ya nos preguntaba la Brigadilla de la Guardia Civil: nena, ¿dónde vas? Y nos llevaban a la comisaría de San Jacinto”, recuerda.
Una de las detenciones la rememora de una manera especial. Soraya estaba con unas amigas en la Plaza del Duque, simplemente estaban sentadas sin molestar a nadie. “Llegaron y nos preguntaron qué hacíamos allí sentadas, nos echaron. No podíamos ir a ningún lado. Estábamos vetadas como personas”. A pesar de todo, Soraya siempre ha sabido hacerse respetar, exigiendo incluso a las autoridades que la tratasen de usted cuando se dirigían a ella para detenerla.
“Nunca me ha dado miedo de nada, no se me ha quedado secuela ninguna, tomarse por culo que la que ha triunfado he sido yo, estoy como quería”, así reacciona al echar la vista atrás hacia algunos de los momentos más trágicos de su vida. No obstante, reconoce que debería de haberse ido de España, pero esta decisión no le hacía mucha gracia a su familia. Por eso, se quedó. “Me pude haber marchado de España como hicieron otras, y debí de hacerlo, pero no lo hice. Yo tengo a muchas amigas que se fueron y vinieron de mujer”, confiesa.
Al alcanzar la mayoría de edad, decide marcharse de su querida ciudad natal, alejándose de su familia para actuar por todo el país en solitario, comenzó en salas de espectáculo. Soraya logró convertirse en una persona reconocida y de cierto prestigio nacional. Tiempo después, marcha de nuevo a su tan amada Sevilla, y decide trabajar en la Esmeralda, haciendo aquello que mejor sabía hacer: cantar en directo. Para su vida, esto significó un gran punto de inflexión, pues desde entonces dejaron de molestarla. Soraya se sentía aceptada por su trabajo, aunque en ciertas ocasiones el entretenimiento de los demás se fundamentaba en la burla hacia ella.
Al alcanzar los veintitrés años de edad, viajó hasta Madrid. En la capital, trabajó como artista en un club de ambiente. En el año1977, grabó para la película El Transexual, dirigida por José Lara Montero.
Soraya siempre ha estado dispuesta a estar en primera fila. Ella no se escondía de las autoridades porque no estaba cometiendo ningún delito. Junto a otras muchas mujeres, logró abrir el camino de la libertad. Por este motivo, le indigna ver como a día de hoy, jóvenes homosexuales no valoran aquello que ellas hicieron.
“Cuando voy por la calle, muchas veces me indigno cuando noto que me cruzo con mariquitas jóvenes y me miran raro. Muchas veces, con mi genio me voy a por ellos y les digo un par de cosas. Si ellos pueden ir. Libremente por la calle cogidos de la mano o darse un beso en público es porque yo y otras mujeres hemos hecho el camino más fácil”
En el año 1977 se organizó en Sevilla la primera manifestación, saliendo desde la calle Calatrava. Como era de esperar, Soraya se colocó en primera fila muy orgullosa de la lucha que se estaba llevando. No obstante, al terminar la marcha le tiraron cosas a ella y a sus compañeras, fueron tratadas como animales.
Ella misma reconoce que en cuanto murió Franco su vida cambió, no le decían nada si salía a la calle vestida de mujer. Las autoridades dejaron de perseguirla y se convirtió en una persona respetable. Aún así, Soraya reconoce que todo lo que pasó durante la dictadura fue mucho.
“Yo soy creyente, y Dios los tiene que castigar, porque lo que hicieron no fue humano. Que los castigue dándoles un hijo como yo. Nos querían quitar de en medio, pero no han podido porque nosotras somos más fuertes que ellos”.
