Sevilla celebra el V Centenario del inicio de la Reforma

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Un 31 de octubre de 1517 un monje alemán clavaba una proclama incendiaria en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittemberg: era un listado de 95 tesis que, a partir de ese momento, empezarían a cambiar el mundo. El atrevimiento de este hombre, Martín Lutero, al enfrentarse a la hegemónica y casi todopoderosa Iglesia Católica del siglo XVI marca antes y un después en la historia de Europa y, especialmente, de Alemania. Mientras unos países y zonas pasaron a estar bajo dominio del llamado “protestantismo”, otros vivieron de pleno el estallido de la Contrarreforma católica, como fue el caso español. Sin embargo, aún en la España del mismísimo Carlos V hubo disidentes, elementos discordantes que rechazaron plegarse a la oficialidad. Es el caso del traductor de la Biblia, al castellano, por excelencia, un monje del sevillano monasterio de San Isidoro del Campo: Casiodoro de Reina.

Como el resto de los simpatizantes españoles de la Reforma, Casiodoro tuvo que escoger entre la huida, en un periplo casi de película, y una muerte segura bajo la égida de la Inquisición. Precisamente en ese monasterio del que, finalmente, logró escapar, se ha celebrado este octubre parte del ciclo de conferencias del 7º Congreso sobre Reforma Protestante Española, coordinado por Emilio Monjo, que cuenta con la colaboración de la Junta de Andalucía. Charlas y exposiciones que han tocado, desde los últimos datos que han sacado a la luz las investigaciones abiertas sobre el protestantismo sevillano, hasta monográficos sobre figuras concretas del Cisma.

La conferencia de clausura ha corrido a cargo de uno de los grandes investigadores europeos de la heterodoxia, el profesor Carlos Gilly. En su ponencia ha destacado la trayectoria y el legado de los disidentes de la disidencia, de aquellas personas que fueron perseguidas por la propia Reforma, por ir más allá de lo que los grandes reformadores decidieron razonable. Servet, el propio Casiodoro de Reina,… es la historia de una lucha contra la intolerancia con vencedores y vencidos. Muchos perdieron la vida, pero si algo no pudieron quitarles fue su innegable influencia en el pensamiento heterodoxo europeo, ese que tan bien conoce Carlos Gilly y que tan necesario nos es por mucho que cambien las épocas.

Con esta reflexión sobre la tolerancia y el pensamiento crítico cierra un Ciclo que este año, V Centenario del comienzo de la Reforma, se celebra con más motivos que nunca. 

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