Partir para contar: diario de un peregrino
El caminante sigue las huellas de encuentros fortuitos, soledad, voces o un simple silencio . Vivencias y sensaciones que le marcarán un antes y un después en su vida.
Todos los años el camino es visitado por gente de todas partes del mundo. Por algún motivo personal, han tenido la necesidad de acudir al encuentro de su propia persona.
Juan Luis del Castillo es un joven simple, independiente y con las ideas claras. Diseñador web y técnico informático de profesión, le encanta la fotografia e intenta conocer todo un mundo acompañado de su cámara. Cuando era muy pequeño, se trasladó a Plasencia con su familia, una pequeña ciudad del norte de Cáceres, y durante los últimos tres años ha estado viajando por Alemania y Austria, alejado de su familia y amigos. Actualmente se define como un “chico aventurero”.
"Un camino, una meta: cambiar el mundo" es el eslogan del blog del emeritense, quien a sus 28 años, ha iniciado un proyecto solidario, mitad fotográfico y mitad espiritual, como él mismo describe, con un objetivo concreto: solidaridad.
Su aventura comienza un 25 de agosto en su tierra, Extremadura. Aún con el apoyo de sus seres querridos, Juan Luis era consciente del reto que tenía por delante, ya que la iniciativa de poner en marcha este viaje, entre otros motivos, era por su anterior experiencia en el camino de Santiago.
Comienza su ruta desde su lugar de residencia, Plasencia, pasando por Santiago de compostela, cruzando toda la ruta del camino del norte hasta Francia, pasar por tierras francesas, por Lourdes, seguir por Italia, los Valcanes hasta Bosnia y finalmente, concluir en Medjugorje.
Dos camisetas de manga corta y dos bañadores fue su equipo al comenzar el itinerario, y confiesa que no necesitaba mucho más porque el buen tiempo le ha acompañado hasta el día de hoy. Sin embargo, ahora en Francia las noches bajan de los 0 grados, por lo que tiene que conseguir ropa térmica, sudadera polar, manta y aún con eso, “no es suficiente para vender el frío”.
No sólo le ha acompañado la soledad en este trayecto, dos canarios fueron la compañía que le hizo más llevadero su recorrido hasta Santiago. Más adelante, se encontraron con gente nueva de Cuenca y del País Vasco, los cuales se unieron al grupo.
Una vez que llegaron a la ciudad Jacobea, se vieron obligados a seguir cada uno su camino de vuelta a casa, menos Juan Luis, que superando en 30 kilos la cantidad recomendada para realizar este tipo de ruta, con la mochila a cuestas, sigue su camino a contra corriente, cruzándose con nuevos peregrinos cuyo mayor aliento era un cordial saludo.
Una de sus premisas era gastar un euro al día, de hecho, lo llevó a raja tabla hasta Santiago, donde enfermó y tuvo que gastar más dinero en medicamentos y alimentos para poder recuperar los 6 kilos que perdió durante los cuatro días que estuvo enfermo.
Hubo más obstáculos a parte de su dolencia estomacal, ya que llevaba aproximadamente un mes arrastrando una pequeña lesión en los ligamentos del tobillo derecho por sobre carga a causa de los 40 kilos que pesaba la mochila. Ahora tiene que compensar los kilómetros que no pudo recorrer por su contratiempo, realizando etapas de 60 kilómetros al día.
"Me tuvieron que inmovilizar el tobillo y vendar hasta la pantorrilla, pero a pesar de ello, hacía entre 25 y 30 kilómetros al día"
Actualmente, se encuentra en Pau, Francia, e intenta seguir con su objetivo inicial, gastándose lo menos posible, sobre todo usando la tienda de campaña como sitio para dormir, aunque a veces no le dejen acampar como sucede en el lugar en el que se encuentra, por ejemplo. En este caso, se ve obligado a dormir en parques, iglesias… Pasando noches enteras sin dormir, confiesa que "entre el frío y los calambres apenas llego a las cuatro horas de sueño al día, me veo obligado a hacer abdominales y flexiones para poder entrar en calor".
A pesar de que tenía un recorrido definido, alguno de los peregrinos con los que se ha cruzado le recomendaron modificar su plan, ya que cada uno de ellos le aconsejaba muchos lugares para poder visitar y añadir a su álbum fotográfico. Esto supuso añadir 300 kilómetros más a su ruta.
Ha habido muchos días en los que el cansancio le podía y le hacía plantearse dejar todo lo conseguido hasta ahora.
“Lo he pensado, incluso a día de hoy pienso qué coño hago aqui en mitad de Francia si no entiendo nada de lo que me dicen, no es fácil ya que son casi 4000 kilómetros"
Entre tanto sufrimiento, este peregrinaje le ha deparado algún que otro incidente con tintes humorísticos, uno de ellos, la anécdota que le ocurrió una noche mientras dormía. Según cuenta el peregrino, a las cuatro de la mañana algo tiraba de su saco de dormir y pensó que le estaban robando. Se despertó rápidamente y observó como un zorro huía con una de las únicas zapatillas que tenía para caminar. Para poder recuperarla, tuvo que atraer al animal con chocolate, ya que sino se veía siguiendo el camino descalzo.
A parte de su anterior experiencia religiosa y peregrina, el fotógrafo ha puesto en marcha esta aventura con el objetivo de poner en práctica su hobby y realizar un álbum fotográfico con fines benéficos, con la intención de colaborar con la Asociación Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica (AdELA) y el comedor social de Plasencia.
El Ayuntamiento y varias empresas de la ciudad de Plasencia, se han querido unir a este proyecto y colaborar aportando materiales y medios para llevar a cabo el objetivo del emeritense. Además, el extremeño llama a la gente a colaborar a través de su blog elgrancamino.es, donde se pueden realizar donativos a través de paypal.
Al igual que Juan Luis, muchos son los peregrinos que se animan a iniciar una aventura como esta día tras día. Un encuentro especial entre la naturaleza, la religión y el individuo.