El caballo rojo: restaurante de la guía Michelin

El restaurante que hoy nos ocupa se encuentra en el típico barrio cordobés de la judería. Ya eso, nada más, y nada menos, dice mucho. Sólo tenemos que mencionar su nombre para decir que es la catedral de la gastronomía cordobesa: El Caballo Rojo. Una joya de la culinaria andaluza.
En esta casa se mezcla la elegancia, el buen servicio, el confort y la hospitalidad con una sorprendente cocina andaluza con memorias árabe cuyo resultado es una mezcla de inolvidables sensaciones de buen gusto.
Pero todo esto no hubiera sido posible sin el esfuerzo, el tesón, el cariño a su Córdoba natal y sobre todo ese profundo amor a los fogones de su propietario José García Marín, Pepe el del Caballo Rojo, como popular y cariñosamente se le conoce.
Empezó su actividad en la restauración a los quince años de edad, por ayudar a sus padres y esa actividad no se ha visto interrumpida en cincuenta y ocho años de intensa labor. Con su local en la judería, desde hace mas de cuarenta años, sienta las bases de lo que ha sido ese famoso eslógan: Para comer: Córdoba.
Y de la que la restauración cordobesa en general se ha beneficiado. Pero Pepe será siempre su artífice. Ha dado de comer a reyes, jefes de estado, jefes de gobierno, representantes de la cultura, las letras, economía, política, etcétera.
Un restaurador del que todos los andaluces amantes del arte culinario nos tenemos que sentir orgulloso, que ha sabido ganarse el prestigio y el reconocimiento en diferentes partes del mundo. Pues por su buen hacer y debido a su labor y conocimiento de la Cocina española, sefardí, y mozárabe, es invitado a participar y mostrar nuestra cocina en Francia, Gran Bretaña, Portugal, Filipinas, Australia, Alemania y Marruecos entre otros muchos países. Por ello, gracias a la sabiduría de este artista cordobés de la culinaria, comer en el Caballo Rojo se convierte en toda una fiesta desmesurada.
La que escribe ha tenido la ocasión de visitar su casa y comprobar, efectivamente, el grado de confort, hospitalidad y profesionalidad de su esmerado servicio, pero fundamentalmente, la esquisitez de una cocina con denominación de origen, única, con la cual el más exigente gourmet tiene que brindarle respeto.