OPINIÓN: La violencia y el colectivo ultra

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Pocos clubes son los que han manifestado que prefieren tener una afición tranquila a un grupo de colectivo con cierta necesidad de pertenencia, es decir, un colectivo ultra. En España, han sido muchos los casos en los que se han visto involucrados estos individuos, entre ellos está el caso de Aitor Zabaleta, aficionado de la Real Sociedad asesinado por los ultras del Frente Atlético en la década de los 80.

Por aquel entonces, este grupo radical estaba muy respaldado por Jesús Gil, presidente del club colchonero en aquella época. Años más tarde, el mismo grupo se volvió a ver involucrado en otro asesinato. Esta vez le iba a costar la vida a Jimmy, aficionado del Deportivo de La Coruña y perteneciente al colectivo ultra de los Riazor Blues. El primer club en 'coger el toro por los cuernos' fue el Villarreal en la temporada 97/98 con la reciente llegada de Fernando Roig a la presidencia, quien se encargó de paralizar y expulsar a un joven grupo ultra, el Frente Amarillo. Joan La Porta hizo lo propio con los Boixos Nois en la temporada 03/04, también en su primer año en la presidencia del club barcelonés. Éste último recibió serias amenazas que atentaban incluso con su propia familia.

Erradicar un grupo radical es muy complicado, aunque tanto para Roig como para Laporta no fue tan dificultoso. Según Roig, el secreto está en no subvencionar a estos grupos ni tratarlos de manera más privilegiada al resto de los abonados.

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