Diego Gallardo: “Ese vestuario fue muy gracioso. Porzingis, Berni, Oriola, Willy Hernangómez, Urtasun…”

El baloncesto es uno de los deportes más practicados en nuestro país, y pocos son los que llegan a la cima y competir de manera profesional. Diego Gallardo es uno de ellos, un niño que con 8 años comenzó un sueño cuando entró en la cantera de lo que por aquel entonces era el Caja San Fernando.
Antes de ello, simplemente jugaba al baloncesto para divertirse y pasarlos bien, sin pensar en el futuro. “Mi pasión por este deporte llegó una vez conocí de verdad lo que es el baloncesto”, cuenta Diego Gallardo a EUSA NEWS.
Poco a poco empezó a subir categorías hasta llegar a debutar con el primer equipo, el Baloncesto Sevilla. ”En una pretemporada que estuve con ellos, jugamos contra el Real Madrid, ya para mi estar calentando y estar en el banquillo viendo el partido tan de cerca era una pasada. Recuerdo que era el primer cuarto aún cuando me dijeron para dentro, a jugar, y me quedé en shock, ni me sentía las piernas”, expresa el exjugador.
Ya de manera oficial, en un partido de la liga ACB ante el Valencia Basket, Diego Gallardo fue sustituido por Berni Hernández, y disputó sus primeros minutos en un campeonato profesional. ”Debutar en primera división con el equipo de toda la vida era muy bonito, pero encima entrando por un campeón del mundo y siendo él, quien me deseó en ese momento mucha suerte sabiendo que era mi debut en primera, se me quedó marcado”.
Un vestuario único
El exjugador sevillano aprendió de los mejores, jugadores de primer nivel y numerosos campeones del mundo. “Ese vestuario fue muy gracioso, tuve la suerte de que era un grupo muy humano con ganas de trabajar y disfrutar. Estaba Porzingis, Berni, Oriola, Willy Hernangómez, Urtasun… fue fácil, eran personas muy abiertas que te ayudaban en todo”.
Muchas son las anécdotas que recuerda Gallardo de ese año en el equipo de su ciudad. ”Berni tenía la costumbre de rapar a los jóvenes que debutaban, a mi no me raparon, fue peor. Tuvieron cada uno del equipo en sus manos la maquinilla durante un rato y tenían libertad para hacer lo que quisieran, imaginate como me dejaron. Tenía que quedarme con ese pelo mínimo una semana, fui el mono de feria del momento”.
“Teníamos un partido en Madrid y entre semana jugamos la Eurocup, por lo que no pasábamos por casa. La ropa del partido en Madrid tenía que estar limpia, el delegado se quedaba en Madrid y me encargó, como el más joven, llevar todo. Al llegar al AVE, un compañero me dijo que no me preocupase que me ayudaba a llevar la maleta, yo pensando que buena gente, lo que no sabía es que era una broma, entonces me desentendí. Al rato de estar ya en el tren de camino me llama el delegado para ver que todo está correcto, y cuando me di cuenta de que era una broma, las equipaciones se habían quedado en el autobús que iba de camino a Andorra. Tenían que estar limpias y listas al día siguiente. La bronca, la multa y las risas que provocó eso fueron enormes”.
Defensor de unos colores
Diego Gallardo tuvo la suerte de defender la camiseta de España y jugar en las categoría inferiores de la selección. “Recuerdo esos veranos con cariño, acabas con tu club, descansabas unos días e ibas con tus otros compañeros de selección, era como un no parar de hacer lo que te gustaba y con jugadores que solo los veías para competir en contra y ahora estaban empujando contigo hacia la misma dirección”. Nunca llegó a jugar con la absoluta, pero para él, el simple hecho de vestir esa camiseta ya fue todo un logro.
Abandono de un hogar
En el verano del año 2015, con toda la ilusión por comenzar su segunda temporada con el Baloncesto Sevilla, tras varios problemas con el club, Gallardo abandona su casa en dirección a Tarragona. “Me sentí engañado, solo y abandonado por parte del club”.
Varios cambios en la directiva de la entidad, provocaron la contrariedad en jugadores y empleados. “El cambio que se realizó acabó borrando toda la historia del baloncesto en Sevilla, la esencia. Se estuvo construyendo un proyecto con buenas temporadas de Playoff, Eurocup, gente joven y también de la casa. De pronto eso cambia y se hacen mal las cosas, haciendo que el club caiga”.
El jugador soñaba con seguir en el equipo de su corazón y forjarse una carrera en su ciudad, pero no fue posible. “Siempre digo que no abandoné el club, me quitaron directamente, y cuando llevas toda la vida allí, duele que se haga de esa manera”.
Retirada y ¿posible vuelta?
Tras pasar por el tarragona, Club Basquet L´Hospitalet, el Plasencia, CB Morón y el Enrique Soler, disputó su última temporada en el Club Baloncesto Peñas de Huesca sin saber que esa iba a ser la última vez que disputaría un partido de baloncesto. “Tengo la espina de jugar un partido más como profesional sabiendo que será mi último. El que jugué en Huesca fue el último de la temporada pero ni me imaginaba que sería como profesional. Eso lo tengo dentro y me hace pensar mucho de despedirme sabiendo que me retiro”.
Diego quería seguir jugando al baloncesto y continuar con su carrera pero finalmente, tuvo que tomar una decisión muy difícil. “Hace una temporada se abrió la posibilidad de volver a Sevilla y jugar en casa nuevamente, finalmente no surgió, no se cuadraron las cosas para ello y durante esa espera de ver si finalmente volvía o no mi cabeza hizo click y me entraron dudas de si realmente debía o no seguir jugando. A pesar de poder seguir jugando y querer en gran parte hacerlo, decidí parar“.
Aunque el final no fue quizás como esperaba, recuerda esos últimos años como los que más disfrutó y se siente afortunado de poder llegar a vivir del deporte que tanto ama. “Conocer y jugar ya sea como compañero o rival a jugadores y entrenadores los cuales los veías de pequeño y admirabas, también jugar en pabellones que eran históricos, el formar parte de todo ese mundo y vivirlo desde dentro, puedo decir que ha sido un sueño cumplido”.
Ya retirado, Diego Gallardo sigue buscando su sitio, trabajando y estudiando, pero siempre echando de menos el baloncesto, por ello, no para de pensar en una posible vuelta. “Dejo una pequeña puerta abierta al ser joven aún. Desde que no juego, la semana nunca acaba, no hay ese día de partido, de recuperación… Ahora tengo la sensación de que todo es un mismo día, digamos que no termino de acostumbrarme. No quiero acostumbrarme a la vida fuera del deporte”.
El futuro es incierto, ni el propio jugador lo sabe, pero tanto él como su familia sueñan con un último baile.

Sección de deportes