La criba del Silencio
La Semana Santa sevillana es un acontecimiento religioso que se conoce en el mundo entero, donde personas de todas partes de Andalucía e incluso de otros lugares de España comparten su fe y admiran el patrimonio artístico que esta ciudad ha ido construyendo a lo largo del tiempo. Desde la Edad Media, aunque no de la forma que conocemos actualmente, se han ido creando formaciones religiosas que han poblado la ciudad, algunas más antiguas, otras ya desaparecidas, pero todas con un factor en común, recibir en su corporación a los fieles que desearan procesar la fe a sus titulares y que se sintieran parte de la vida religiosa de la hermandad.
Fe y Sociedad
En la sociedad actual, con tantos avances tecnológicos y tantas opiniones distintas, lo religioso ha pasado a un segundo e incluso tercer plano de la vida cotidiana, donde cada vez más personas dejan de ser creyentes o simplemente nunca lo fueron. Sí es verdad que sigue habiendo mucha gente que participa activamente en la vida de la iglesia, pero nada comparado a épocas anteriores donde la religión era la piedra angular de la vida de la mayoría de personas en este país.
Las hermandades de Sevilla abren durante todo el año la puerta a toda persona bautizada y con capacidad para solventar las cuotas mensuales, todo para pertenecer a ellas y realizar estación de penitencia, teniendo así libertad y facilidad para participar en la Semana Santa de la ciudad.
La “Madre y Maestra”
Pero si hay que destacar una hermandad que ha seguido con sus reglas desde su fundación, se debe hablar de la popularmente denominada como “madre y maestra”, la corporación de San Antonio Abad que realiza estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo. La hermandad más antigua de la ciudad de Sevilla data de su fundación en 1340 y tiene como titulares a Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de la Concepción y Santa Cruz de Jerusalén.
Se puede decir que cada hermandad tiene su forma de hacer las cosas, pero para recalcar una curiosa excepción, esta corporación es la única hermandad de la ciudad de Sevilla que posee un proceso de admisión de hermanos dónde se filtra y se realiza un seguimiento de la persona y de su fe.
La diferencia con el resto de hermandades
El periodista y locutor de radio en la Universidad de Sevilla, Luis García, ha explicado cómo funciona dicho procedimiento. “El proceso de esta hermandad es algo más que ir a presentar los papeles necesarios y ya está, consiste en hacer vida de hermano durante un año, asistir a la hermandad y demostrar que quieres pertenecer a la corporación”, también explicó cuál tiene que ser el comportamiento de un hermano nazareno y cuáles son las obligaciones de estos.
Es en su forma de hacer estación de penitencia donde esta hermandad luce su idiosincrasia y dónde se ve reflejada la formación que realizan sus hermanos, se puede decir que es impecable, tanto el cumplimiento de horarios como la velocidad a la que la realiza y que deja ver cómo este método que llevan utilizando más de 600 años es muy útil. Según el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, se observa un dato que refuerza más este pensamiento y es que casi la mitad de hermanos que posee la hermandad realiza estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo, un porcentaje altísimo que revela la devoción y formación que poseen estas personas, habla también muy bien de la junta de gobierno que se encuentre en vigor y de su labor educadora.
En el momento que una persona se acerca a la casa hermandad, es tratado con un respeto rara vez visto en encuentros coloquiales de hoy en día, un respeto que incluso en algún momento de la charla, puede resultar serio y directo para los aspirantes a hermano, explican de manera excepcional como se debe tratar a la hermandad y cómo debe vivir su fe en ella, siendo participativos sobre todo, es aquí donde la gente se pregunta si de verdad merece la pena pasar por todo lo mencionado anteriormente para pertenecer a una hermandad.
¿Es correcto “medir” la fe?
Manuel García, licenciado en sociología explica lo siguiente, “dentro de la religión cristiana existe la religiosidad, que es la forma de vivir la fe en comunidad y de una forma más folclórica, y también la fe en sí, que es la forma litúrgica que tienen las personas para vivir su religión de forma espiritual, es por la religiosidad y esa necesidad de compartir la fe en comunidad en Sevilla, lo que puede llegar a empujar a las personas a realizar este proceso”, también cuenta que esa dificultad que propone este acto puede ser otro de los impulsores de que siga ocurriendo, “al tener también esta forma de admisión, provoca que las personas quieren demostrarse a sí mismas que son capaces de realizarlo, es decir, poner a prueba su fe y sus capacidades intentando entrar en la corporación, buscando también una autosatisfacción”.
Es aquí donde entra la controversia, porque algunas personas que han intentado entrar pero no lo han conseguido piensan que quizás deberían quitar este tipo de medidas, los que ya son hermanos ven bien y aprueban que esto siga ocurriendo ya que todas las personas que están ahí han pasado por ese proceso, por lo tanto no verían justo que ahora mismo se cambie esta forma porque ellos ya han pasado el proceso.
Las cofradías de Sevilla
Si se hace una observación de los tipos de cofradías en la ciudad, se diferencia entre las conocidas como hermandades “de negro” donde está la corporación del Silencio, y hermandades “de capa” quienes tienen una filosofía más folclórica y no tan estricta. Dentro de la primera categoría, existen muchas que realizan su estación de penitencia de forma similar a cómo lo hace El Silencio, con las mismas ideas e incluso se visten de la misma forma de negro y con esparto, pero todas ellas están abiertas a la hora de hacerse hermano sin tener que realizar lo que en esta hay que hacer.
Se podrían poner muchos ejemplos de hermandades similares como podría ser Gran Poder, Calvario, Vera-Cruz… todas ellas tienen un comportamiento ejemplar en la calle y son capaces de transmitir esa solemnidad de la que muchas personas disfrutan, además, son muy numerosas las personas que quieren formar parte de este tipo de corporación, es una forma de vivir la vida de hermandad muy reconocida y admirada en Sevilla.
Siempre de frente
También se habla mucho del mundo de los costaleros, personas que, hasta el siglo pasado, habían sido trabajadores profesionales y remunerados, que cargaban pasos a parte de compaginarlo con su labor en los muelles de carga. Desde hace 50 años más o menos, nació el concepto de “hermanos costaleros”, término que se ha ido implementando poco a poco en la Semana Santa sevillana y que ha crecido en número exponencialmente, lo que ha provocado que muchas personas salgan cargando varios pasos a lo largo de la semana.
Hay hermandades que permiten ser costaleros y no ser hermanos, fenómeno que suele darse en hermandades de negro- y otras que obligan a hacerse hermano para salir ahí también, como es el caso del Silencio. Todos los costaleros son hermanos y deben pasar por el proceso de admisión para poder ir a probar su entrada a la cuadrilla, quizás esto también provoque controversia, ya que en este tipo de hermandades siempre se ha acostumbrado la carga profesional.
La ética en las trabajaderas
Un costalero suele acostumbrar a sacar varias cofradías, y que en todas ellas les obliguen a hacerse hermanos ha provocado el descontento de los que llevan más años en este oficio, aunque la mayoría de ellos sean fieles a un capataz y no a una hermandad como podríamos pensar en un principio. Esto es lo que quieren evitar algunas hermandades, todos sus hermanos deben tener un motivo mayor al de realizar estación de penitencia, algo que se puede hacer en cualquier otra corporación sin la necesidad de implicarse tanto y si con un solo fin un poco más superficial como es sacar los pasos.
Lo que sí es seguro es que esta hermandad seguirá siendo especial por muchas cosas, su elegancia y sus formas son algunas de esas razones, pero sobretodo por esos hermanos de la Cruz de Jerusalén que cada año muestran con su compostura y enseñanza que la fe es algo más serio de lo que se piensa, a parte de demostrar cada madrugada de Viernes Santo, como es que hay que realizar una estación de penitencia en condiciones, haciéndolo de forma solemne y con la seriedad que su hermandad demanda.