Voz prodigiosa, carisma innegable y proyección imparable. Así se puede definir a la joven artista de tan solo veinticinco años que ha sacado uno de los discos revelación de 2018, Rosalía.
El día 2 de Noviembre, tras tener como antecedentes Malamente, Pienso En Tu Mirá y Dí Mi Nombre, salía, bajo el sello discográfico Sony, El Mal Querer, un álbum compuesto por once canciones de flamenco pop coproducido junto a El Guincho.
Varios días después, esta publicación suena en todos los rincones de España y su lanzamiento ha tenido tal empuje que sus canciones están teniendo trascendencia internacional. El segundo disco de la joven catalana ha batido dos récords en Spotify, según afirma el diario crítico, convirtiéndose en el álbum más escuchado en España en 24 horas y posicionando a su creadora como la artista más escuchada de nuestra nación en un día.
No se sabe cual es el fenómeno que ha hecho que este diamante se haga tan masivo, si su propuesta, su voz o su personaje, pero si algo es destacable es que este disco tan controversial está marcando y marcará un antes y un después en el panorama musical.
El Mal Querer está expuesto por la voz de una niña que a la vez puede encarnar los giros del flamenco como si de un alma vieja se tratara, por una mujer que con su técnica se permite olvidar el saber para centrarse en el sentir y unas canciones donde las palmas resuenan sin parar sobre una instrumental simple pero atractiva, con una producción ingeniosa y provechosa. Es un disco difícil y a la vez fácil que puede gustar a mucha gente al mismo tiempo que generar polémica, pero, ¿acaso el arte no es la expresión más pura del ser?. ¿Acaso la música no fue creada para ser compartida?.
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