La estudiante de EUSA María Casado habla sobre sus proyectos

En una entrevista cuenta que "el respeto, la lealtad y la confianza son fundamentales para trabajar en el cine"
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María Casado en el festival de cortos de EUSA 2024/ Equipo técnico de EUSA.

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Haber realizado proyectos profesionales aún sin haber terminado la carrera es algo muy poco común pero que curiosamente existe. Es el caso María Casado, una joven de 21 años y profesional junior del Centro Universitario EUSA que, a tan sólo meses de acabar su Grado en Comunicación Audiovisual, está produciendo una película, Zanbaq. María ya tuvo la oportunidad de sorprender a una gran cantidad personas de su pueblo, de su entorno, de su gente…, y digo que si lo hizo. Fue con su primer cortometraje, Rachí, sobre las mujeres jornaleras de Pedrera cuando esta joven promesa del cine plasmó en la gran pantalla, con ayuda de su equipo, por supuesto, una parte muy íntima de su familia y del pueblo de Pedrera, destacando que para ella “era muy importante mostrar las cosas que no se ven”.

Un cambio de rumbo 

Respecto a su trayectoria universitaria, ella entró al grado por error ya que se confundió al echar la matrícula “marqué EUSA como primera opción creyendo que sería la última”, afirma. Tiempo después de estar el primer cuatrimestre en el centro, María nos cuenta que sacó tres matrículas de honor y que ella decidió continuar otro año al ver los buenos resultado que obtuvo, al igual también quería comprobar si la carrera le empezaba a gustar un poquito más. “Más tarde fui haciendo otros proyectos como películas y cortometrajes, y a mí eso me gustó”, al igual que también afirma que, “Después de ver tanta unión en las producciones en las que trabajé, yo sabía que me quería dedicar al cine”.

Al ser una directora tan joven, hay ciertas situaciones que son poco probables que pasen o que, cuando pasan, parece que es como un sueño. “Lo que viví con Rachí fue una mezcla de mucho trabajo, constancia, talento pero, sobre todo, de suerte”, afirma. “Salí en El Correo de Andalucía de buenas a primeras. Era una cosa que yo no buscaba”, aclara. Cuando el proyecto de María estaba en auge, ni siquiera ella podía gestionar los nuevos comienzos que se le venían encima. “Un profesor me dijo que me preparara, que a partir de ese momento esa iba a ser mi vida: periódicos, radio, televisión…, y al día siguiente me llamaron de Cadena Ser y Canal Sur“, alega.

Rachí, donde empezó todo 

María nos cuenta que Rachí es y siempre será su trabajo más especial, el cual nació “de una localización que hay de Pedrera a Sevilla y un mural que hay en mi pueblo. Cuando yo vi la localización sentí que ahí había una historia que nadie había contado todavía”, aclara, al igual que afirma que “este proyecto es un homenaje a mi casa y a mis raíces”. La magia del corto reside en parte por su abuelo, el cual según María “no sabía ni leer ni escribir, era analfabeto, pero en cambio si escribía y cantaba fandangos”, alega. Desde luego es un dato muy curioso que demuestra que cuando las cosas se hacen con sentimiento, todo es posible.  Por otro lado, en el aspecto de realización, el encanto del corto reside por ser “un corto sonoro, en el que no se hablase y sólo se cantase para contar la historia”, aclara. Ella se sorprende ya que, según cuenta, “en el cine está visto todo menos lo que se hizo en Rachí. Eso nunca se había hecho antes”, alega. Tanta es la pasión y conocimiento que María tenía por el tema del flamenco y la historia que quería contar que asegura que “el corto lo escribí en dos horas”. Es un dato sorprendente para alguien tan joven y sin experiencia previa en el mundo del cine pero, con amor por lo que se hace y cariño, pueden nacer grandes historias sin necesidad de prolongarlas en el tiempo.

Zanbaq, su nueva ilusión 

Su reciente proyecto, Zanbaq, no se queda atrás. La directora ya lleva varios meses trabajando en su nuevo largometraje que fusiona tres culturas: árabe, gitana y andalusí, y que trata de cómo Alba, una bailaora del Sacromonte, intenta ayudar a unos refugiados de lluvia y tormenta a escapar por la costa de Huelva con ayuda de Manuela y Sidki. La historia está inspirada en las inundaciones del Sacromonte en 1963. La novel directora incluirá, por otro lado, seis palos de flamenco, que no son otra cosa que diferentes melodías y ritmos según el lugar donde se desarrolle la historia. “Como sé lo que trasmite cada melodía, hay diferentes palos flamencos adecuados a la peli. Cada palo para cada momento importante de la protagonista”, alega. Ella también tiene la intención de que se difunda a nivel nacional e internacional  (España y Norte de Marruecos) creyendo que “puede calar bastante bien en ese público”, aclara. Por otro lado, María también nos cuenta que en la película, ella no quiere incorporar una fotografía espectacular, mayormente planos fijos, ya que su intención es “transmitir al espectador lo que se está contando” al igual que también afirma que “si el espectador se sienta en el cine y aprende algo que no sabía, yo ya he ganado”. Con estas palabras María nos dice que lo importante no es la forma, sino el contenido de sus proyectos. La directora novel afirma que “intento poner mi sello en cada una de mis obras sin que se note”, entendiendo esto como esa pizca de esencia que siempre permanecerá en sus obras.

María Casado en EUSA/Marina Gallardo Esteban

El romaní, siempre presente en sus proyectos 

El romaní es la palabra elegida para designar el lenguaje de la etnia gitana. María desde muy pequeña ha estado muy vinculada al flamenco, al cante jondo, a la esencia gitana… Ella relata que desde muy temprana edad “mi padre me ponía en el coche a Camarón, es algo con lo que he crecido”, alega. Este detalle facilita entender porqué la directora basa sus producciones en el flamenco y en la cultura calé. Por ello, la actriz gitana Ana Isabel, conocida por su reciente anuncio de Cruzcampo, ha estado interesada desde primer momento en ser protagonista de la película por los valores que guarda la directora. María Casado también se ha pronunciado en este aspecto aclarando que “hoy en día se hacen proyectos flamencos de gitanos, y ponemos a payos cuando realmente hay muy buenos actores gitanos. En un intento de defender una cosa que no tienes ni idea, acabas siendo más racista que ninguno”, alega María.

Con 21 años y abriéndose paso en el cine 

María afirma que “no es cuestión de edad sino de madurez”. Intentar tener un hueco en un mundo tan peculiar como es el panorama cinematográfico no debe ser nada fácil, y más si eres joven y un poco inexperta en el tema. “De hecho, yo soy de la más pequeña del equipo”, afirma. “Puede que todo lo esté haciendo en una edad temprana, pero yo creo que cuando tienes claro qué quieres contar, cómo y por qué, ahí ya no se mira la edad, ahí se mira la madurez y la determinación que tú tengas a la hora de llevar a cabo los proyectos”, alega. Quizás esta forma de pensar sea la correcta a la hora de conseguir los objetivos o, por lo menos, es la que a ella le funciona. “Es cuestión de valentía y de tu capacidad de asumir riesgos”, aclara. “Desde primero de carrera he aprovechado en hacer proyectos, porque ese dinero que mis padres estaban invirtiendo en mí tenía que aprovecharlo de alguna forma”, afirma.

Su equipo, parte indispensable para construir sus historias 

“Puedo definir a mi equipo como uno bastante comunicativo, sano y humilde”, alega. En una producción de cualquier tipo, el trabajo en equipo es muy importante y la forma de trabajar en él debe ser lo más amena y conjunta posible. María se refiere a su equipo como “una piña, que donde va uno van todos”. A demás de ser un equipo profesional, María lo define como una familia “a la hora de trabajar eres mi compañero, pero a la hora de la verdad eres mi amigo”, aclara. Quizás por este motivo su equipo permanece unido y son esa “piña” como ella dice. “Lo bonito de un equipo está en eso, que todo el mundo vela por su integridad”, afirma. “A mí personalmente me gustaría mantener este equipo para toda la vida”, aclara.

Por otro lado, en el aspecto técnico y como directora, María alega que dentro del cine “un puesto es tan válido como otro, pero, según mi opinión, hay que estar muy loco para querer un puesto de mucha responsabilidad, porque es no vivir tranquilo”, aclara.

María se mantiene muy segura de cuáles son sus propósitos y lo que está dispuesta a hacer para conseguirlos. Con paciencia, determinación y esfuerzo, esta joven directora pretende alcanzar sus metas por más que le cueste. Con una familia que le apoya, sus amigos más cercanos y, sobre todo, con un equipo que es como su familia, María se siente imparable ante los retos que se presentan día a día, siendo cada vez mayor su capacidad de superación para afrontar el futuro.

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