Los microplásticos y cómo se han convertido en un ingrediente más de la dieta

El hecho de que los microplásticos estén presentes en todos los ecosistemas — incluso en la Antártida — y lleven años circulando por las cadenas alimentarias de las especies animales no es un secreto. Sin embargo, hasta ahora no se habían obtenido resultados conclusos sobre el riesgo que suponen para los seres humanos. En los últimos 50 años, la presencia de estos pequeños fragmentos de material sintético compuestos de derivados del petróleo — que en muchas ocasiones no alcanzan los 5 milímetros de longitud —, se ha multiplicado principalmente en los ecosistemas marinos.
Según un equipo de oceanógrafos de la Universidad de Kyushu (Japón), se estimó que en el año 2021 un total de 24 billones de piezas de microplástico estaban presentes en los principales océanos del mundo. Es decir, una cantidad que suponía entre 82.000 y 578.000 toneladas — lo que equivale a aproximadamente 30.000 millones de botellas de agua de plástico de 500 ml —.
Kieran D. Cox y su estudio sobre el Consumo Humano de Microplásticos
Publicado en la revista especializada Environment, Science and Technology, el estudio Consumo Humano de Microplásticos, llevado a cabo por un equipo de expertos en varias disciplinas y con el biólogo Kieran D. Cox (Universidad de Victoria) a la cabeza, revela la cifra de micropartículas plásticas presentes en los alimentos que integran la dieta común de los estadounidenses.
Según explica Cox en un comunicado de prensa, se procesaron más de 3.600 muestras y al evaluar entorno al 15% de la dieta de los estadounidenses, concluyó afirmando que “el consumo anual de microplásticos puede variar entre las 39.000 y 52.000 partículas, según la edad y el sexo”. Entre los alimentos estudiados se encuentran algunos como el pescado, moluscos y crustáceos; productos como la sal y el azúcar; o bebidas como la cerveza.
Sin embargo, el estudio va un paso más allá y pone de manifiesto el posible riesgo que supone para los seres humanos la inhalación de los mismos, así como su presencia en las diferentes fuentes de agua potable. De acuerdo con la investigación, la cantidad de partículas aumenta hasta las 74.000 o 121.000 — en caso de inhalación —; y las 90.000 y 4.000 — mediante su ingesta a través de agua embotellada o del grifo, respectivamente —.
¿Pueden extrapolarse las conclusiones de este estudio a la dieta mediterránea?
Dado que los estudios acerca de la contaminación en aguas del Mediterráneo están en curso, los resultados aún son inconclusos. Sin embargo, el estudio publicado por Green Peace en 2017 titulado Un Mediterráneo lleno de plástico. Estudio sobre la contaminación por plásticos, impactos y soluciones, concluyó afirmando que “entre un 21% y 54% de las partículas de microplásticos en el mundo (lo que equivale al 5-10% de la masa global) están en la cuenca del Mediterráneo”. En definitiva, esta es una de las zonas que más plásticos acumula a nivel mundial y de hecho, presenta unos niveles de contaminación similares a los del Gran Parche de Basura situado en el océano Pacífico.
¿Cuáles son los peligros de los microplásticos para los seres vivos?
Los microplásticos constituyen una amenaza debido a su difícil reciclaje y a su baja capacidad de degradación. Por ejemplo, la colilla de un cigarro tarda 5 años en degradarse; mientras que una bolsa de plástico, 20. Aunque aún no se ha evaluado la toxicidad de los aditivos y componentes estructurales del plástico, hay constancia del efecto directo que los microplásticos tienen en el aparato digestivo al ser los causantes de diferentes alteraciones en la flora intestinal. En cualquier caso, estas micro y nanopartículas implican un mayor riesgo para la salud — puesto que pueden filtrarse a los sistemas sanguíneo y linfático —. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) los considera un riesgo emergente para la salud pública.

Estudiante de Periodismo en EUSA