¿Está el verdadero cáliz de Cristo en España?

Las fronteras de la península ibérica presentan en Valencia, León y Montserrat unos interesantes candidatos para ser la codiciada copa del Santo Grial
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El cáliz que utilizó Jesús de Nazaret en la última cena es un objeto codiciado históricamente por investigadores, expertos, eruditos y religiosos con el fin de demostrar, no tan solo la existencia del propio Santo Grial, si no a su vez la existencia del mismo Jesucristo. Esto es un tema que puede se puede tornar, en su defecto, algo controversial, pues en su momento la copa no sólo suponía una reliquia que iba a dotar de un poder económico o social al que la poseyera, sino que también iba a darle un halo de espiritualidad, poder religioso y, respaldado por algunas teorías más esotéricas, la vida eterna. Por ello, dentro de esta trama que va a girar en torno a este curioso objeto, vamos a ver implicado a una serie de grupos muy identificativos como son altos mandos religiosos, historiadores, caballeros templarios, nobles medievales, escritores e incluso nazis, que siguiendo las órdenes de un líder obsesionado con este tipo de reliquias también se introdujeron en una cruzada en busca del Santo Grial. 

De modo que, comenzando por el principio, hay que tener en cuenta que los escritos que respaldan realmente la leyenda del cáliz de Cristo son muy posteriores a las sagradas escrituras. No obstante, sí se hace mención en la Biblia ala copa con la que Jesús reparte el vino a sus discípulos, lo que puede suponer un pilar para la leyenda del Grial. Más adelante, se tiene como referencia un manuscrito del siglo IX, en concreto, el Evangelio apócrifo de Nicodemo. Este texto no se ha reconocido por la Iglesia, ya que hace uso de un lenguaje muy alejado de la inspiración divina y se lleva más por la fantasía. De cualquier forma, estas referencias aluden a un momento que va a dar pie a las posteriores leyendas artúricas y a las conspiraciones en base al santo cáliz. En él se habla de que, una vez crucificado, Jesús le pidió a José de Arimatea que recogiera la sangre que manaba de sus heridas. Este, en un impulso repentino, corrió hacia el lugar donde se celebró la última cena, cogió un cáliz y recolectó la sangre de Jesucristo en él. Siendo ese mismo recipiente, y a la vez su contenido, el que los propagadores de esta leyenda llamarían el Santo Grial.

Más adelante, en la época medieval, van a tener gran repercusión las nombradas leyendas artúricas. En ellas, además de que muchos de sus personajes como Merlín, Arturo o cualquier caballero de la mesa redonda, compartan similitudes con personajes bíblicos, todos sus autores van a relatar la existencia del cáliz que otorga poderes divinos como la vida eterna, y todos ellos van a situar dicho objeto en Inglaterra o Francia. Hay que resalta que, en este tiempo, también florece un fuerte y potente espíritu religioso que sume al mundo en las tinieblas de la doctrina. Dentro de ese espacio se van a empezar a dar una recolección de tesoros religiosos por parte de caballeros que, generalmente, participan en las cruzadas y traen de Tierra Santa estos obsequios. Ya no solo se centraron en la búsqueda del cáliz, sino que recolectaron huesos de santos, dientes de leche de Jesús y pedazos de la cruz con la que se le crucificó, muchos de ellos calificados posteriormente como falsificaciones. Esto se hacía con el fin de dar visibilidad a los monasterios y atraer peregrinos y riquezas, ya que veían en estos símbolos como un acercamiento directo a Dios

Volviendo al tema del Grial, otros de los artífices de su búsqueda y su leyenda, son los caballeros del temple o templarios. Que del siglo XII al XIII fueron los encargados de custodiar la seguridad de los peregrinos que llegaban a Tierra Santa y, para muchos estudiosos, los responsables de encontrar, transportar y guardar el Santo Grial. Es difícil dar por sentado cuál de todas las historias que se cuentan sobre ellos es la más certera pues, en la actualidad, hay más de doscientos cálices que se otorgan el privilegio de decir que son el verdadero recipiente que guardó la sangre de Cristo.

Aunque existe un debate latente entre sí realmente es una copa, un caldero, una especie de piedra filosofal o incluso una persona, la gran mayoría de registros escritos no verificados apuntan a que es un cáliz a lo que se refiere el Santo Grial. Precisamente, en España se tienen localizados dos cálices que cumplen con las características para ser la copa sagrada. Antes de nombrarlos, cabe destacar que en 1940, el oficial alemán nazi Heinrich Himmler acudió a España, precisamente al Monasterio de Montserrat, con una plagas de hombres del ejército y varios asociados a la Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana). Lo hizo porque Otto Rahn, un escritor nazi algo esoterista, redactó que el himno del monasterio hacía referencia al “agua de la vida” y, además, Parsifal de Wagner, obra adorada por Himmler y Hitler, hace referencia al Grial. Hablaba de que la copa se encontraba en Montsalvat (Monte de la salvación) en un castillo en los Pirineos. La similitud en el nombre y las ansias por encontrar el vaso hicieron necesaria la visita del oficial alemán, que como era de esperar, regresó con las manos vacías.

Otro de los vestigios más relevantes sobre la existencia del Santo Grial está en León, concretamente se trata del cáliz de Doña Urraca. Un cáliz compuesto por joyas y oro donados por la propia infanta Urraca de León en el siglo XI para adornar una copa de ágata ónix datada del siglo I después de Cristo, lo que hace que pueda ser el verdadero cáliz que sostuvo Jesús de Nazaret. Los investigadores españoles Margarita Torres y José Miguel Ortega afirman en su libro Los reyes del Grial la veracidad de esta copa, citando un escrito descubierto en 2010 en El Cairo. En él se afirma el viaje del cáliz hasta ser entregado por un rey musulmán a Fernando I de León, con el fin de que no ataquen sus territorios. Se podría dar cómo válida la veracidad de esta reliquia de no ser porque existe otra, también en nuestro país, que le hace una competencia más que justificada.

El cáliz de la Catedral de Valencia, que según los datos de la propia web: “Tanto por los datos arqueológicos, como por el testimonio de la tradición y los documentos que se poseen, es verosímil que este hermoso vaso estuviera en las manos del Señor”. La leyenda cuenta que, enviado por Jesús tras su muerte, San Pedro llevó el cáliz de Jerusalén a Roma, y por consecuencia de la guerra contra los judíos, el emperador romano decidió trasladar el recipiente a Huesca. Estos datos no pueden ser confirmados por ningún documento. En cambio, los que sí pueden corroborarse son que el mismo cáliz fue, en 1399, posesión de Martín de Aragón. Monarca que le dio asilo en su relicario de Zaragoza. Para 1437, y ya en posesión de Alfonso V de Aragón, el cáliz fue guardado donde se encuentra actualmente, en la Catedral de Valencia. Si es cierto, que durante las Guerras de Independencia y la Guerra Civil española, el vaso tuvo que ser guardado en otro lugar para su conservación. Muchos historiadores y religiosos afirman que este debe ser el cáliz de cristo pues, a pesar de las joyas que lo recubren, que pertenecen a la Edad Media, el recipiente que lo sostiene está compuesto de ágata. Dicha piedra está datada entre el 100 y el 50 a.C. y es de origen oriental, por lo que entra en el rango necesario para ser la verdadera copa de la última cena. Pero esto deja un debate todavía por cerrar; siendo Jesús de origen humilde, ¿no sería más realista identificar el Grial más con una copa de arcilla que con una formada por joyas y piedras preciosas? 

Se ha usado últimamente en el cine y la literatura la suposición del origen humilde de Jesús, haciendo, por tanto, que la búsqueda del Grial se corresponda a encontrar una copa de arcilla, pero esto no tiene por qué ser así. En ningún escrito se confirma la clase social a la que pertenecía Jesús, es cierto que naciendo en un pesebre puede que se deduzca esto, pero hay que recordar que aquello se debió a una situación especial y desesperada. También esta teoría se respalda en que José, su padre putativo, ejercía el oficio de carpintero y por lo tanto debía ser de clase baja. En esta afirmación, a la mayoría de estudiosos se le escapa un pequeño matiz respaldado por la Biblia. Ser carpintero, en aquella época, era una denominación muy abstracta, pues bien podía crear una silla o una mesa como podía construir un barco o una casa. De hecho, en la parábola del pescador, recogida en el evangelio de Lucas, se hace referencia a que Jesús no solo tenía una barca, sino dos: “…Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca, para que fueran enseguida a ayudarlos…”. Otros escritos afirman que Jesús era un tekton (constructor de casas) y justifican esto diciendo que un sucesor de David no podía ser un simple carpintero. En definitiva, es muy posible, de hecho corroborable, que Jesús no fuera de una clase social baja, y que su nivel económico le permitiera optar a utilizar cálices como los expuestos en Valencia o León. 

La periodista Raquel de la Morena afirma que la verdadera herencia y el tesoro que deja el Santo Grial en la época actual es la literatura artúrica y los relatos que emanan de la leyenda. La simple búsqueda de lo sagrado ha incidido en las personas tanto durante tanto tiempo que, a día de hoy, se ha convertido en la pieza clave de un relato misterioso y fantástico que, aún así, sigue siendo una obsesión para algunos y una fábrica de dinero para otros.

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