La mujer de enfrente, el nuevo poemario de Carmen Camacho

Ocurre en muchos casos que la gente al oír la palabra poesía se asusta, se limita o se imagina un erudito serio de la RAE en el siglo XVIII. Y, entonces, para tranquilizarlos, se me antoja que leyeran a Carmen Camacho, la poeta jiennense de la cotidianidad o, al menos como ella dice, una escritora que “trata de merecer el nombre de poeta”.
Carmen Camacho, colaboradora habitual en prensa (Diario de Sevilla, Málaga Hoy, Diario de Jerez…), radio (Canal Sur) y publicaciones culturales de distinta índole, acaba de editar su décimo libro, La mujer de enfrente (Maclein y Parker). En este, nos confirma que, como ya presuponía el poeta Juan Bonilla, se encuentra poesía en todas partes. El mundo es una plantación de versos. Y es que Carmen sabe mirar con las gafas de poeta hasta la cotidianidad que encierra la vecina del quinto tendiendo. Prueba de ello es este libro que mostramos.
La mujer de enfrente es, sin duda, un poemario que encierra un elevado mundo simbólico que vive en un patio de luces y colgado de un tendedero. “Ritual de la koré es lavar la bata, / proclamar en los cordeles la resurrección”, rezan los versos de De lavar y guardar la bata, uno de los poemas del nuevo libro. Es así cómo va confeccionando versos a medida que se asoma a la ventana del ojo patio y describe, con una mirada poética asombrosa, la colada diaria de su vecina de enfrente. Un ritual que comenzó siendo una suerte de fotografías y comentarios en tono aforístico publicados hace años en su muro de Instagram y que ha terminado por convertir en poemario.
Y es que, La mujer de enfrente es un tributo a todas esas vecinas, deidades en realidad, que vuelven cansadas día tras día al cordel de la ventana. “Estas mujeres que viven en un quinto piso sin ascensor, que van a comprar con su carro y les sirve también de andador, ¿quién les reconoce nada? Y sin embargo ellas son las hacedoras, sin ellas se cae la ciudad”, afirma la creadora andaluza.
Experimentando con nuevas formas métricas y estilísticas (villancicos, verso libre, bulerías, livianas…) sorprende la sinergia de la poeta con la del pintor también jiennense Pepe Benavent, quien ilustra cada poema del libro desde una reinterpretación personal. Un libro para descubrir de nuevo la poesía. Una poeta que sublima lo cotidiano. Como Sorrentino en La gran belleza. Tampoco se la pierdan.

Ilustración del poema ‘De lavar y guardar la bata’, obra de Pepe Benavent. Fuente: lacontradejaen.com

– Estudiante de Publicidad y RR.PP en Eusa.
– Escribiendo…