Opinión: La impunidad del menor en las redes sociales

La inteligencia artificial ha llegado para quedarse, pero algunos usos están destapando las brechas que tiene el uso sin control. En las últimas semanas se han radicalizado las denuncias por la creación de falsos desnudos de menores y su posterior difusión
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Icono descriptivo de las deepfake. Foto: Getty images

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La actualidad nos marca la rutina de la conversación pública y el periodista como espectador de la misma debe tomar partido para atestiguar y posicionarse sobre la realidad que nos circunda. Últimamente, está de moda la realización de los conocidos ‘deepfakes’ que consisten según el Lise Institute: “Los Deepfakes o “falsedades profundas” son archivos de vídeo, imagen o voz manipulados mediante un software de inteligencia artificial de modo que parezcan originales, auténticos y reales. Los Deepfakes utilizan el aprendizaje de la inteligencia artificial, por lo que estos archivos consiguen engañarnos fácilmente. Los Deepfakes se utilizan para inducir a error a las personas receptoras”.

Más concretamente, los deepfakes más comunes, recientemente, tienen contenido sexual. El último estallido, de hace ya algunas semanas, tuvo lugar en Almendralejo (Extremadura). Sobre este caso, el diario.es apunta que: “los identificados tienen entre 12 y 14 años, y acumulaban 22 denuncias”. Además, alguno de ellos tiene 14 años, por lo que se le podría aplicar la ‘ley del menor’, mientras que el resto tienen 12, según ha informado al diario.es, el jefe del grupo de Protección del Menor de la Unidad de Ciberdelincuencia.

La ley anterior, del año 2000, tipificaba la edad punible en la comisión de un delito en los 18 años, pero ahora con la de 2023 , en la que se atiende al principio clave del consentimiento: “«Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las
circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona» (artículo 178.1
del Código Penal), ciertas circunstancias cambian.  A pesar de que existe un vacío legal en la comisión de delitos de la naturaleza de la que hablamos: La generación de imágenes con connotaciones sexuales de adultos, lo que podría constituir un delito de descubrimiento y revelación de secretos o contra la integridad moral.

Se trata de un nuevo tipo de violencia machista, consistente en difundir falsos desnudos creados sin el consentimiento de la víctima. El Instituto Europeo de Igualdad de Género, que engloba las deepfakes en la categoría de ciberviolencias y las expertas, destacan que el objetivo es exponer la sexualidad de las mujeres sin su consentimiento para ridiculizarlas, señalarlas y atacar su libertad sexual.

Ante esta circunstancia se vuelve imperiosa el estímulo de una educación digital enfocada a los valores y derechos reconocidos de las personas, como aquellas que son sujetos jurídicos cuyos derechos se encuentran recogidos en la Constitución Española, documento que ampara, pero que a veces falla y deja al ciudadano en una situación de vulnerabilidad que los arroja a un mar de indefensión que no debería tener cabida en cualquier régimen democrático.

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