Medina Azahara vuelve a abrir las puertas del Salón Rico

La ciudad califal sigue recuperando su patrimonio histórico con la recuperación de uno de sus lugares más emblemáticos
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A ocho kilómetros de la capital cordobesa, a los pies de Sierra Morena, se encuentra la que fuera capital del imperio árabe entre los años 711 al 1492. Medina Azahara esconde el palacio que mandó edificar Abderramán III en el primer califato cordobés, siendo uno de los tesoros más olvidados de su época.

Este monumento fue construido en las afueras de la ciudad por este gobernante en el año 936. Su propósito no era otro que localizar la administración y el poder del Califato en un solo lugar, como centro simbólico de su poder. Además, otro de los objetivos de este enclave era intimidar a los enemigos. De este modo, Medina Azahara, también conocida como Ciudad Brillante, se protege por la sierra de Córdoba y cuenta con un trazado estratégico que divide la ciudad en terrazas y pisos, favoreciendo también su defensa.

Una vez terminado, el palacio el califa se trasladó a la ciudad y comenzó una era gloriosa rodeada de lujo y de recepción de diplomáticos, como lo demuestran los pasillos del palacio. En aquellos años, la ciudad tenía todo lo necesario para albergar distintas clases sociales. Los habitantes y los soldados vivían en el nivel inferior, donde había una mezquita, un mercado, baños y jardines públicos. En el nivel medio se localizaba la administración y los funcionarios, mientras que la zona más alta era la sede del poder y la residencia del califa. 

A lo largo de los años, la ciudad se posicionó con éxito como un centro de poder político y un centrocultural, reuniendo a los mejores filósofos, músicos, científicos y artistas de la época. No obstante, después de los ataques bereberes, los incendios y la destrucción durante las guerras civiles o al final del Califato, la ciudad quedó destruida en menos de 100 años. Tiempo después, sería utilizada como cantera para construir otros edificios en la ciudad, quedando poco a poco olvidada y desapareciendo del imaginario colectivo hasta el siglo XX. 

Durante todo este periodo, el monumento estuvo olvidado. No fue hasta el Renacimiento cuando los humanistas comenzaron a estudiar el significado de la ciudad. De hecho, hasta la Edad Media se creía que se trataba de restos de la Córdoba romana. Las primeras excavaciones se realizaron durante el reinado de Alfonso XIII, aunque se pararon posteriormente debido a la Guerra Civil y fueron retomadas tras la misma. Con el paso del tiempo, el monumento fue recuperando su valor histórico, llegando a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2018. 

La restauración del Salón Rico

La ciudad califal lleva décadas trabajando en recuperar su importante patrimonio histórico. La última de ellas es la restauración del Salón Rico. Desde las primeras excavaciones realizadas en 1940 por el arquitecto Félix Hernández, los arqueólogos han tenido que reconstruir miles de fragmentos decorativos en el edificio en ruinas.

La dificultad de este trabajo es que es un gran rompecabezas, que implica la sustitución de los ataliq o elementos decorativos vegetales que fueron los principales motivos del califato. En cuanto a la fachada, que fue la última fase de la restauración es donde primero se insertaron los fragmentos encontrados en las excavaciones. Luego, se debieron incorporar nuevos fragmentos realizados a mano y copiando las formas decorativas de los originales.

El consejero de Turismo, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía, Arturo Bernal, afirmó recientemente que el Salón Rico abrirá sus puertas del 1 de octubre al 10 de diciembre de 2023, incluyendo los sábados y domingos. De hecho, se ofrecen numerosas visitas guiadas, cada una de 45 minutos de duración y con una capacidad para 30 personas. En total, el Gobierno andaluz estima que para unas 4.000 personas podrán visitar el Salón Rico.

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