Borja Jiménez, Talavante y Mariscal Ruiz alegran el cierre de temporada en la Maestranza

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Las cenizas, así como puntuales nubecillas que asomaban discretamente por las cornisas de la amada Hispalis, tampoco quisieron perderse este importante día. Es un hecho fehaciente que el sevillano ha digerido con total gusto y sensible apreciación el establecimiento de esta fecha taurina en su calendario particular de fiestas y citas importantes. Los festivales de las hermandades han caído de pie en una ciudad que últimamente convive con una suma de celebraciones disparadas frenéticamente. Menos mal que aquí se convivía con el sentido de la medida. El tema es que tienen un inconveniente y es que cierra. Acaba. Finiquita. Es la firma final a un año de toros en el paraíso maestrante. Qué se le va a hacer. A coger con ganas el invierno. Y ahora, permítanme: ¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Viva la solidaridad!

El utrero que inauguraba el festival cantaba en su morfología el origen del encaste Murube. Su criador, que iba a caballo, parecía mediante su facilidad que no estaba retirado. Fermín Bohórquez le cortó una oreja a su correspondiente animal en una lidia solvente y elegante.

Entendemos todos que el contexto invita a la relajación, a preocuparse menos por la escena y llenarla, pero alguien debió decirle a Manzanares que estaba en Sevilla. Al de El Pilar le faltó fuerza desde que vio la luz de la plaza por primera vez, y se cayó cuando José María lo pasó en un capotazo. En la primera tanda ya demostró que iba a echar pronto la persiana. Saludó una ovación el de Alicante.

Manuel Cid toreó a caballo de categoría para darle jarabe de palo al tercero, de Garcigrande. Abrochadito, lo que pareció falta de fijeza al principio acabó siendo mansedumbre manifiesta cuando Talavante se quedó sólo con el. La plaza le recompensó a Alejandro la absoluta y total entrega con creces, tras ver esta como se ponía de hinojos mientras corría a por el utrero. El extremeño, que venía con la mano izquierda calentita de Zaragoza, no pudo exponer su toreo en plenitud pero sí un amor propio enorme. Cuando todo parecía indicar que iban a caer dos orejas, Luque Teruel se escondió rápidamente el pañuelo y dejó todo en una.

Se notó rápidamente que Sevilla esperaba a Borja Jiménez. La onda expansiva del zambombazo de Madrid llegó a la capital andaluza y, en la única verónica que le sopló al cuarto, la Maestranza respondió. Midiendo mucho, tardo y a impulsos, el de Domingo Hernández era serio, con su cara colocada pero serio. La verdad del sevillano se apoderó del ruedo… pero no de los tendidos. La plaza, a otra cosa, no se enteró de la forma de cargar la suerte, de esa forma de cruzarse tan arrebatadora de Borja que entregado, aunque algo desordenado, crujió al toro. Hubo un natural cambiado por la espalda que fue un punto y a parte en la faena. No bajó el acelerador que lleva pisando durante toda esta temporada tan ilusionante. Oreja tras espada algo tendida.

La invalidez del quinto de El Pilar dejó a Pablo Aguado inédito. Un jarro de agua fría tras ver cómo después de enjaretarle una elegante tanda, se echó inesperadamente el colorado y no hubo forma de que aquello remontara el vuelo.

Para el sexto, un acapachado de Fermín que no tuvo ni casta, ni transmisión ni clase. Cadaval, que brindó a su padre, se esmeró en buscarle las vueltas, pero no hubo manera.

Mariscal Ruiz cerró la temporada en Sevilla matando su primer utrero, uno de Santi Domecq bastante deslucido, que se movía más que embestía. Le faltó clase y un punto de orden en la embestida. Lo sobó el de Mairena hasta que en una serie los redondos despertaron del letargo a la Maestranza. La pena es que se quedó todo ahí. Volvió a decaer el trasteo y lo mató al segundo encuentro. Sevilla recompensó el esfuerzo con una oreja.

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla Festival a beneficio de la Hermandad del Rocío de Triana y la Fundación Alalá.

Lleno de “No hay billetes”.

Toros de distintas ganaderías: 1° (Bohorquez) noble, 2° (El Pilar) sin fuerzas, 3° (Garcigrande) manso, 4° (Domingo Hernández) enclasado y con transmisión, 5° (El Pilar) inválido y manso, 6° (Bohórquez) descastado y 7° (Santiago Domecq) deslucido.

Fermín Bohórquez: Oreja.

José María Manzanares: Saludos.

Alejandro Talavante: Oreja con petición de la segunda.

Borja Jiménez: Oreja con petición de la segunda.

Pablo Aguado: Saludos.

Alfonso Cadaval: Saludos.

Mariscal Ruiz: Oreja.

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EtiquetasTauromaquia

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