“Yo no quiero ser torero. Yo quiero ser El Juli”, rezaba una pancarta que portaba y lucía orgullosamente un joven el pasado sábado día 30 en Las Ventas. Y es que al fin y al cabo, todo se reduce a eso, a ser el principal ejemplo que todos y cada uno de los novilleros que han ido sacando cabeza han tomado como espejo a la hora de centrar sus esfuerzos en la épica lucha que hay que librar contra muchos elementos para ser torero. Sevilla, su queridísima Sevilla, fue el último tren que tomar en este largo camino que emprendió en noviembre del 98’. Manzanares padre subía a su habitación en la mañana de la alternativa para conversar con él antes de convertirse, en aquel tiempo, en el matador de toros más joven de la historia.
La Maestranza se revistió de un calor sofocante que se dividía en el meramente ambiental -36° leñazos caían a la hora del paseíllo- y en el que recaía en el cariño que portaban todas y cada una de las personas que acudían a la llamada del coloso. Lo estrictamente taurino quedará siempre al margen de lo sucedido entorno a la figura de Julián. Todo fue más allá de esa oreja concedida tras finalizar su carrera. “Saleroso”, de Domingo Hernández, fue el último toro que inmortalizó una de las muñecas más poderosas de la historia.
Conquistó todas y cada unas de las plazas del planeta toro pero, la Maestranza y la Monumental de Las Ventas fueron los dos cosos que más le midieron y le disfrutaron. Como debía ser. Démosle un breve repaso a la carrera de El Juli en ambas plazas.
SEVILLA, SU PLAZA POR ANTONOMASIA.
La Real Maestranza de Caballería de Sevilla se debería de ubicar en la más alta de las cimas del torero madrileño. Antes de recalcar los triunfos mayores en esta plaza, mencionar la capacidad de El Juli de soportar varias “avalanchas toreras” que se sucedieron durante sus veinticinco años de alternativa en Hispalis. De superar el fenómeno currista compartiendo cartel con él y lograr la primera Puerta del Príncipe a lidiar con la regularidad de El Cid, los años aplastantes de su amigo José María Manzanares o las obras de Morante de la Puebla. No se ha dejado pisar en ningún momento por ningún suceso.
Empezando el idilio un 24 de abril de 1998 con las dos orejas a un utrero de Juan Pedro Domecq, son muchas las faenas inolvidables que ha realizado el de Velilla de San Antonio. Además, de obras inolvidables como las dos orejas a “Zurcidor”, siete son las Puertas del Príncipe que ha conseguido. Un apabullante dato que ningún torero ha conseguido alcanzar en sus años en activo. La ya mencionada primera Puerta del Príncipe no pudo darse, es decir, no se materializó con una salida a hombros de cara al barrio de Triana. Una cornada le impidió hacerlo. Las demás se sucedieron en 2010, 2011, 2013, 2018, 2019 y 2022. Sin lugar a dudas, la tarde de su quinta apertura de la del Príncipe fue la más redonda en esta plaza. Cuatro orejas incontestables y el segundo indulto de esta plaza con “Orgullito”, de Garcigrande, volviendo al campo tras un encuentro memorable.
MADRID: DE LA EXIGENCIA Y LA DUREZA AL RECONOCIMIENTO.
El paso de Julián López “El Juli” por Las Ventas de Madrid siempre ha navegado a través de una profunda dureza que, en numerosas ocasiones, ha rozado los límites. Siendo el sueño que constantemente ha perseguido el torero, su Madrid se le ha resistido desde que tomó la alternativa, apartando lógicamente su puerta grande como novillero y en solitario en la que deslumbró.
Teniendo que sufrir la cruz del toreo en ese encuentro desagradable con un toro de Guardiola en 2001 que le hirió, entró definitivamente en la Monumental con un sobrero de Ana María Bohórquez de nombre “Novelero”, que siempre se recordará como un compendio perfecto de suavidad y a la vez, poder y trazo largo, muy largo. A partir de ahí, “Cantapájaros” de Victoriano del Río. Una tarde en la que se le robó descaradamente a El Juli la segunda oreja de este animal al que toreó tan magistralmente.
Amante empedernido del periodismo, me encuentro en una fase de apasionante aprendizaje en la universidad. En cuanto a gustos, la tauromaquia, el mundo del motor y las cofradías son mis favoritos.