La vida de una familia lebrijana entre tijeras y pinzas
¿Existe el desayuno ideal? Para muchas personas la comida inicial del día es un buen mollete con jamón u otro embutido. En cambio, otras prefieren plantar el pie temprano e ir a comprar churros. Esta última es una costumbre ¿Quién no recuerda ese momento que termina una fiesta y la finalizas entre churros? Siguiendo esta línea de tradiciones hay que nombrar a las churrerías de toda la vida. Las que nacen y a pesar de las dificultades siguen ahí. Es el caso de Churros Benita e hijos. Ha resistido a la Segunda Guerra Mundial, al Franquismo y a una crisis sanitaria como ha sido la del COVID-19.
El negocio comenzó en 1945 a manos de una pareja de lebrijanos: Benita Vidal y Juan González. Ambos, ya fallecidos, tenían claro que esa empresa sería el legado a sus hijos y nietos. A día de hoy, los encargados son los hermanos Pedro González y José González que cuentan con la ayuda de sus hijos Sergio y Borja.
Cuando Benita todavía estaba activa, sus nietos les acompañaban. “Desde que teníamos 15 años” confirman sus nietos. En su caso, Sergio, tiene tatuado en su piel las manos de su abuelas con tijeras y pinzas de los churros. “Para mi significa la profesión que me enseñó” manifiesta.
Según ha contado Sergio González, nieto de Benita, este establecimiento surge porque con una pequeña pensión no podían mantener a su familia. “Le dieron la opción de montar ese negocio como compensación”, ha explicado González. El objetivo principal era “poder alimentar a toda la familia teniendo un ingreso para así sacar a todos sus hijos adelante” afirma.
Esta empresa ya construye su tercera generación desde 1945. La clave de este despacho es “la cercanía que tenemos con los clientes, los tratamos como una familia, aparte de la calidad de nuestros churros” ha argumentado el joven. Pero no se puede dejar atrás el toque innovador que la familia Gónzalez Vidal han establecido. La introducción de tarrinas de cremas como chocolate con leche o blanco, kínder, oreo, ferrero. Además de vender tetra brik de chocolate a la taza.
Según ha afirmado Pedro Gónzalez, encargado del local e hijo de Benita, los churros que más se venden los fines de semana son los
tradicionales. Los días entre semana son los de patatas. “Hemos intentado no subirlo mucho, es verdad que no nos quedo mas remedio con la subida de todos nuestros productos (aceite,harina y bombonas), a día de hoy el mínimo que despachamos es 1,5€ en adelante, que es lo proporcional a una persona” concluye Sergio.
“Nuestro secreto es hacerlo como se llevan haciendo desde 1945, intentamos cambiar lo mas mínimo para mantener siempre el mismo producto, hacerlo con mucha tranquilidad sin querer acelerar el proceso que necesita la masa” manifiesta Sergio Gónzalez.
Este establecimiento abre por la tarde los lunes, martes, jueves, viernes, sábados y domingos de 16.30 a 19.30 de la tarde. Durante el fin de semana también están durante las primeras horas del día de 08.00 a 12.15 de la mañana. “Los sábados podemos atender a una 120 personas aproximadamente. Los domingos podemos rondar las 200” declara el entrevistado.
Los comienzos de este negocio fue distinto a la zona donde están ahora. Actualmente, tienen su “plaza privada” en la rotonda de Santa Brigida.
Un lugar de escasos metros para hacer churros a los lebrijanos. Es un rincón donde se respira la felicidad de esta empresa familiar. Hay muchas maneras de mostrar e inculcar esta profesión pero sin ninguna duda Benita lo hizo con dedicación y todo el amor porque esté donde esté ella ve a los suyos entre tijeras y pinzas como ella lo hizo durante tantos años.
“No me regalan nada”.
“Siempre me busco la vida”.
He pasado por Eusa News, Radio Eusa, Lebrija Televisión y Tele Cuervo, Escuela de Reporteros de Andalucía e Informativos Telecinco. El perfil ideal para tu medio.