
La trata de personas y la prostitución de mujeres es una realidad que, aunque pasa de puntillas por nuestro día a día, seimpre está presente. España lidera el consumo de la prostitución entre los países europeos, según un informe de la ONU. La cuestión está en no normalizar esta actividad sexual como si fuera un trabajo igual que el de profesora o actriz, y penalizar que, realmente, es un abuso y violencia hacia la mujer.
La trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual es un comercio tan ilegal como el narcotráfico o la venta de armas, nunca comparando a las personas con un kilogramo de cocaína o con un fusil M4. Sin embargo, es irónico que todos los países invierten, cada año, sumas millonarias para combatir el tráfico ilegal de armas o drogas, pero no se preocupan por acabar con el comercio de seres humanos.
Otra realidad silenciosa es la que sufren las mujeres nigerianas, que parecen no tener ni voz ni voto ni siquiera para encauzar sus vidas. A estas personas las arrancan de sus países de origen para vivir lo que, en un principio, parece ser el sueño de un país desarrollado. Además, las captaciones son consentidas por los familiares nigerianos porque creen que es un sacrificio para el bienestar de todos, según la ONG Movimiento por La Paz.
Llegan a Europa como monedas de cambio y en condiciones extremas de insalubridad y hambre, incluso los hombres subsaharianos aseguran que ellas pasan muchas más carencias y llegan en circunstancias más devastadoras que ellos mismos. ¿Qué les augura el “país desarrollado”? En Europa les espera una vida al servicio de un matrimonio forzoso. Dejan a sus familias por las de sus maridos, hombres a los que no conocen y ante los que están sometidas si no quieren engordar la deuda que arrastran con la madame. Sí, la madame, en estos grupos organizados quien recluta y lidera la red de explotación sexual, es una mujer.
Una mujer es quien obliga a otra mujer, probablemente paisana, a quedarse embarazada si es conveniente para el matrimonio, a quedarse con un hijo que no es suyo o a abortar. Da igual, deben obedecer; los tratantes tienen el control total de los cuerpos de las víctimas.
Los grupos organizados que participan en la trata de mujeres nigerianas son de los más duros. Las víctimas cuentan con las deudas más altas en el comercio con seres humanos, según Movimientos por La Paz. Desde que salen de sus países de procedencia, tienen que hacer frente a todo tipo de gastos: manutención, preservativos o las multas por desobediencia a la red. No intentan escapar ni librarse de las deudas económicas con la madame porque saben que no hay escapatoria. O sí, su religión, o eso creen ellas…
La red es capaz de controlar a las explotadas a base de amenazas constantes a ellos mismos, a su familia y a sus hijos. Se aprovechan de sus creencias religiosas para amenazarlas con la magia negra o vudú desde Nigeria. Están extremadamente controladas y obedecen para no someterse a la brujería del vudú que se practica con una muestra de uña o sangre menstrual que, previamente han sacado de las víctimas. El temor a la magia negra las mantiene completamente intimidadas y sometidas a la organización. Solo piensan en llegar a Europa para empezar a “trabajar” y liberar su deuda cuanto antes.
No hay ni voz ni voto de las protagonistas de este drama.

Estudiante de periodismo.
Pegada a la actualidad y dispuesta a informar en EUSA News.