Un paseo por Aznalcóllar: Un pueblo más allá de su mina con sabor a siempre
En un día gris nublado, víspera del Día de Todos los Santos, recalamos en el pueblo sevillano de Aznalcóllar, un enclave minero de la comarca de la Vía de la Plata situado entre la vega del río Guadiamar y las primeras estribaciones meridionales de Sierra Morena.
Su paisaje dominado por grandes dehesas, en su mayoría con encinas y pinares, aporta también bosques de ribera, campos de cultivo y cortas mineras por donde asoma su rico subsuelo, sin olvidar su idílico pantano que forma el río Agrio, afluente del Guadiamar.
Historia
La historia de Aznalcóllar es un viaje por todas las culturas mediterráneas. Sus orígenes se remontan al Neolítico, pasando por la Edad de Cobre y la posterior Edad de Bronce. Turdetanos, cartagineses y romanos se ubicaron en la comarca buscando sus minerales, particularmente plata.
Tras los romanos, primero los visigodos y después los musulmanes dejaron huellas de su paso en forma de molinos para trigo y aceite, así como posiciones defensivas,no en vano, el nombre actual de esta localidad sevillana proviene del árabe Hasn-Al-Kollar (colina fortaleza/recinto amurallado).
Pero, sin duda, es la actual capilla del cementerio de San Sebastián, situado en lo más alto del pueblo, el más preciado legado musulmán: la Zawiya, única en Andalucía en un cementerio católico, levantada en el siglo XII. Una zawiya es una escuela o monasterio religioso islámico.
En el año 1247 Aznalcóllar es reconquistada por los cristianos en el avance del rey Fernando III. Fue el Maestre de la Orden de Santiago, D. Pelayo Pérez Correa quien fue reduciendo las fortalezas avanzadas que protegían la ciudad de Sevilla, entre ellas las de Aznalcóllar.
Los siglos posteriores serán de relativa tranquilidad. En el siglo XIX el pueblo, lejos de los centros industriales, seguiría su tradición en su actividad agraria y extractiva, actividades que fueron su sustento, también, durante, todo el siglo XX. Gran desarrollo le dio la actividad minera en el siglo pasado, generando riqueza y la llegada de muchos foráneos, pero en abril de 1998 la balsa de lodos tóxicos de la mina se rompió causando numerosos daños medioambientales en toda la comarca del Guadiamar, y, como no, una gran desgracia para el pueblo, ya que se cerró la actividad minera con todo lo que ello significaba, dejando a mucha gente en paro trayendo mucha pobreza al municipio.
Hoy en día el pueblo trata de recuperar su actividad minera y ha hecho varios intentos, pero siempre está rodeada de asuntos judiciales, cuando no es por un accidente es por lo cuestionado de las decisiones tomadas por la Junta de Andalucía en las concesiones. Su alcalde Juan José Fernández Garrido lucha sin descanso en esa cruzada desde el año 2015 en que tomó posesión como regidor municipal. Buena parte de la economía del pueblo depende de ello.
Sus iglesias y hermandades
Iglesia de Nuestra Señora de Consolación
Nuestro paseo por el pueblo, subiendo sus calles en dirección al centro, nos lleva hasta la Iglesia de Ntra. Sra. de Consolación, donde se venera a la patrona: la virgen de la Fuente Clara.
Cuenta la leyenda que, en los tiempos de la Reconquista, un grupo de soldados cristianos al mando del capitán Garci Bravo quedaron sitiados por los enemigos en tierras de Hans-al-Kollar, encontrándose en una situación desesperada sin víveres, ni agua, condenados a morir de sed por el paso de los días. Se dice que cuando ya el destino les tenía reservada una muerte segura el valiente capitán, clavando su espada en una roca, implora a los cielos, ocurriendo entonces el milagro, pues allí donde Garci Bravo clavó su espada se produjo la aparición de la Virgen María para señalarles una fuente donde poder calmar su sed y de ese modo se produjo la salvación de aquellos hombres.
Hermandades
La Fiesta de las Cruces es las más importante de las celebradas en esta localidad sevillana y las organizan en julio o agosto, depende del año, las dos hermandades “rivales” que se reparten el pueblo prácticamente a la mitad, son las hermandades de la Cruz de Arriba y de la Cruz de Abajo.
La titular de la hermandad de la Cruz de Arriba, situada en la plazoleta del mismo nombre, es Santa Elena, y la de la Cruz de Abajo, situada en la plaza del Alamillo, la Virgen del Rosario.
Gastronomía
En su gastronomía destaca las tapas de sus bares. Entre sus platos, las migas con ajos, calderetas de carnes de caza y los espárragos trigueros y, por supuesto, las “papas aliñás” y la pavía de bacalao de Casa Roberto, en la Avenida de Andalucía, heredero de su abuelo Blas y cuyo establecimiento, hoy ya reformado pero ubicado en el mismo sitio, se remonta al año 1933, según comenta Roberto: “mi abuelo daba hospedaje a los muleros que llegaban al pueblo”.
Sitio obligado es, también, la Bodega Ramón, fundada en 2013 y ubicada en la calle Santa Bárbara.
Un sitio con olor a leña donde el propio Ramón te recibe al frente de su formidable parrilla que domina con especial maestría. “Aquí viene gente de toda la comarca y de Sevilla”, comenta Ramón.
Imprescindible probar su caza a la parrilla y, en particular, su carrillada, regada con un buen vino o una buena cerveza helada, puesta con mucha profesionalidad y amabilidad por su personal: Clemente e Isabel. Pero tiene que llegar su padre; Manuel, para indicarnos: “Ramón consiguió el primer premio en la I Feria de la Tapa de Aznalcóllar” Visto lo visto no nos extraña.
Costumbres
Como en todos los pueblos de España el día de Todos los Santos, al día siguiente de nuestra visita, se prepara con especial esmero y nos encontramos con los vecinos adecentando el camposanto y llenándolo de flores.
Un cementerio digno de ver y no sólo por la comentada Zawiya, sino, también, por su construcción en tres alturas adaptándose a la colina que lo ubica.
Desde allí se divisa una impresionante vista de buena parte de los campos y el pantano que rodea al pueblo, siendo testigos de un espectacular paisaje.
El quiosco de Toñi
Situado en la esquina conformada por la Avenida de Andalucía y la Travesía de San Sebastián se encuentra el quiosco de Toñi, al frente del cual lleva 45 años.
Toñi es jovial, alegre y amable, es historia viva del pueblo. Ella te cuenta historias que no aparecen en los libros, te habla de forasteros, de épocas pasadas, de vecinos con nombre propio, de personajes, mientras atiende a los parroquianos que se acercan a comprar algunos de sus productos. “El pueblo ha perdido mucho por el cierre de la mina, ya no tenemos gente de fuera. Tenemos mucho paro, pero saldremos adelante”, nos indica Toñi. “No dejéis de ir a ver a la patrona” y con todo detalle nos da las indicaciones precisas para llegar callejeando.