Dos momentos históricos alejados por casi un siglo pero políticamente cercanos.
Nacido en Sevilla a finales del siglo XIX, Manuel Chaves Nogales se forjó en el periodismo durante los años finales de la Restauración, en plena dictadura del general Primo de Rivera. Trabajó para los principales medios de Madrid y fue director del innovador Ahora.
Éste fue un diario progresista que agrupaba una gran calidad en los textos con la introducción de páginas enteras de fotografías, algo que era desconocido hasta la fecha por los periódicos españoles.
La visión periodística de Chaves Nogales encierra una contemporaneidad que resulta sorprendente. Fue uno de los pioneros en España en usar la narración personal para trasladar hechos en contacto directo con quienes los protagonizaban. La manera de hacer periodismo de este escritor creaba un estilo propio, no se limitaba a redactar gacetas en las oscuras redacciones de un diario madrileño, sino que perseguía la noticia desde el escenario.
Los escenarios se alternaban velozmente, ya fuera la Sevilla que procesionaba en Semana Santa en plena República,
la Barcelona donde el Frente Popular recién ganaba las elecciones,
o las trincheras madrileñas en las que un grupo de milicianos capturaba a un pelotón de moros de Franco y, tras exhibirlos por la ciudad, se disponía a fusilarlos.
Chaves Nogales escribía en primera persona mientras observaba desde las calles como el paseo de Gracia se plagaba de manifestaciones a la vez que se convertía en punto de mira para una lluvia de bombas y en la Gran Vía resonaban las metrallas. Su estilo de trabajo se considera semejante al de los reporteros que treinta años después escriben crónicas de la guerra de Vietnam.
Durante la Guerra Civil española, mientras los periodistas de renombre esperaban desde las cantinas a que se desencadenara como un efecto mariposa todos los sucesos que posteriormente plasmarían, Chaves Nogales se metía en las trincheras de la Ciudad Universitaria y conversaba con los milicianos dejando un cuadro de hiperrealismo que hoy podemos disfrutar yéndonos A sangre y fuego, Manuel Chaves Nogales. (Libros del Asteroide. Barcelona, 2013.)
Con la llegada de la Segunda República, en aquella primavera de 1931, el llamado “problema catalán” ocupaba la mayoría de las portadas de la prensa de entonces. Entre la batalla política y mediática que se libraba en torno a la tramitación del primer Estatuto catalán, Chaves Nogales tomó partido por la información, intentando que los lectores de fuera de Cataluña pudieran tener una idea de los intereses que se manejaban y de las fuerzas presentes en aquel combate.
Fue en diciembre de 1931 cuando Chaves Nogales entrevistó en profundidad para Ahora al presidente de la recién reinventada Generalitat de Cataluña, el ex coronel Francesc Macià, personaje de gran peso histórico e ideal de político pequeño burgués catalanista.
Las declaraciones de Macià dejaban ver una concepción nacionalista y sin fisuras bajo la especificidad catalana en la línea de “un solo pueblo, una sola voluntad”, una convicción aparente para lograr que, a través de la República, se resolviera el problema de encaje entre los pueblos ibéricos y la desconfianza profunda hacia el movimiento obrero y sus objetivos.
En la entrevista Macià declaro que:
“Creo que si hoy mismo los obreros, por un acto de fuerza, obtuviesen el poder, se encontrarían incapacitados para ejercerlo, por su falta de instrucción y de capacidad política”-Entrevista para Ahora, 20-12-1931
Nogales recopiló en ¿Qué pasa en Cataluña? varios textos meses previos a la Guerra de España, cuando tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 se restauró la legalidad republicana vulnerada por las derechas durante el segundo Bienio. Cuando excarcelaron a Lluis Companys y su Gobierno, regresó a Barcelona con ánimos victoriosos y este acontecimiento sirvió a Nogales para hacer una reflexión sobre el poder y el papel de las masas en los movimientos de la Historia.
Contaba en uno de sus textos cómo fue el excarcelamiento de Lluis Companys y el ambiente que le acompañó:
“Al ir, únicamente jalonaban su paso las parejas de la Guardia Civil (…) Al volver, miles y miles de hombres gritaban hasta enronquecer (…)”- Chaves Nogales
En la entrevista que le realizó el periodista sevillano a Companys, éste reconoció el aislamiento social de su Gobierno, que fue sometido a presión por las clases conservadoras, la oligarquía catalana y las masas obreras, divididas entre quienes no quieren ningún contacto con las estructuras políticas y gubernamentales (los anarcosindicalistas) y los “marxistas” (sic), que querían conquistarlas para sí.
El proyecto político que Lluís Companys y la que era entonces su ERC era el de la pequeña y la mediana burguesía catalana, el mismo que tenía su antecesor Macià. En mayo de 1937, una alianza entre la Generalitat, los partidos burgueses que la apoyaban y el PSUC se hicieron con el control de las calles a tiro limpio , acabando así con la experiencia revolucionaria barcelonesa.
Cuando estalló la Guerra Civil en España, Manuel Chaves Nogales se mantuvo neutral frente a ambos bandos y denunció la brutalidad y la violencia por ambas partes. Permaneció en España hasta que el Gobierno abandonó Madrid y fue entonces cuando decidió exiliarse a Francia. Durante su exilio en París trabajó en el Ministerio del Interior y colaboró con varios periódicos tanto franceses como latinoamericanos.
Nunca dejó el periodismo de lado, y fue a través del exilio cuando ofreció su propio testimonio de la situación española al resto del mundo. De este testimonio nació A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, publicado en Chile en 1937. Lo que él denunciaba no era más que las muertes de los españoles.
En 1940, cuando los alemanes entraron en Francia, tuvo que huir de nuevo, y en esta ocasión iría a Londres, debido a su actividad constante contra el fascismo alemán. Allí vivió cuatro años más, en los que estuvo contribuyendo con su pluma a denunciar, hasta el fin de sus días, la barbarie de los extremos políticos, hasta que falleció el 4 de mayo de 1944.
¿Qué pasa en Cataluña?
“Los parlamentarios catalanes son malos, notoriamente inferiores a su edificio, porque un buen parlamentario no se improvisa ni se construye tan fácilmente como un Parlamento”. “Reconozcamos –añade– que Cataluña tiene esa virtud imponderable: la de convertir a sus revolucionarios en puros símbolos, ya que no puede hacer de ellos perfectos estadistas. Lo uno vale lo otro”. Y finaliza: “Ochenta y tantos hombres que quieren seguir cobrando unas dietas no tienen derecho a restar calidad a un pueblo”
En este extracto del reportaje que realizó Chaves Nogales encontramos un espejo del tiempo en el que, a día de hoy, los parlamentarios siguen exacerbando a sus revolucionarios y manteniendo un discurso que arranque más pasiones que destellos de raciocinio con los que reflexionar. La puesta en tela de juicio de las maniobras que realizaban en aquel momento con una proclama que se entendía pero que no era compartida por todos los ciudadanos, abocaron al fracaso y a un par de fusilamientos. Actualmente se pueden ver actuaciones que Nogales podría tachar de reprochables al ver que el discurso provocativo y los “héroes” que lo predican han tomado una postura más rígida. A través de una fábula cuenta la situación que veía desde el punto de vista de una persona que no era catalana.
“Si las izquierdas no querían lanzarse a una aventura revolucionaria -ya se ve hoy bien claro que no lo quieren-, ¿por qué la intentaron? Si las derechas no pretendían acabar con el régimen autonómico, ¿por qué fueron contra él? Ahora, después de haberse comido el sapo mitad por mitad, resulta que ni las derechas fueron tan capaces de acabar con el Estatuto ni las izquierdas quieren otra cosa que mantenerlo”
La fábula que narra la historia de dos campesinos que crean una apuesta en la que si uno se come el sapo entero el otro le regala una vaca y que finalmente ninguno gana porque no consiguen terminarse el festín, trasmite el desconcierto entre ambas ideologías, las mismas que provocaron peleas internas en familia por luchas de pasiones revolucionarias que se acababan desentendiendo de la misma política.
Pudiera parecer, que Chaves Nogales era un vidente al describir y plasmar en las hojas del Ahora una situación política y social en Cataluña que hoy se retrasmite por ondas. Sin ser anti catalanista ni ondear la bandera con orgullo patriótico, Chaves Nogales plasmó las cojeras de las dos Españas, sabiendo hacer las preguntas correspondientes para lograr que el personaje entrevistado, sin necesidad de tomar suero de la verdad, fuera capaz de desvelar sus más íntimos deseos, percepciones e intenciones.
A mi parecer este idílico periodista mantenía 24/7 una escucha activa y como Superman, nunca se quitaba el traje. Manuel Chaves Nogales también era literatura y en muchas ocasiones se apoyaba en la narrativa y metáforas para trasmitir a los ojos más inquietos y cultos, lo que él contemplaba desde las trincheras.
Tras leer varios de sus textos, creo que perdimos la oportunidad de disfrutar de unas entrevistas llenas de bailes de silencios y confesiones como en los ratones coloraos, algunas preguntas puntiagudas como las de Ana Pastor, reportajes desde las ensordecedoras guerras como los de Arturo Pérez Reverte, o análisis en formato audio o texto, con el semblante, la tenacidad y el compromiso de Iñaki Gabilondo.
Chaves Nogales marcó precedentes y a día de hoy vemos muchos discípulos que integran en su vocación la pasión y predisposición que poseía otro de los escritores sevillanos que fueron silenciados por ofrecer periodismo de calidad y no publicidad o propaganda.
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