El Sur del Cáucaso se tiñe de sangre
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El Sur del Cáucaso ha sido el escenario desde los años noventa de los enfrentamientos directos entre Armenia y Azerbaiyán como protagonistas de una cruda historia. El pasado 10 de noviembre, tras cinco intentos de llegar a un acuerdo para reducir las hostilidades que se reiniciaron el 27 de septiembre de este mismo año, finalizaron 45 días de combates que han dejado más de 5.000 muertos. Esto ha sido posible gracias al pacto por la paz que firmaron el primer ministro armenio, Nikol Passhiyán, el líder ruso, Vladimir Putin y el presidente azerí, Ilham Aliyev.
En Armenia, el tratado de paz no fue bien recibido debido a la pérdida de territorios. Como respuesta al descontento, el primer ministro respaldó su decisión “en base a un análisis profundo de la situación militar” y “en la creencia de que ésta es la mejor solución para la situación creada”. La disputa por los territorios tendría su origen a finales de los ochenta cuando al colapsar la URSS, Armenia quedaba bajo el mandato de Azerbaiyán, pero Stepanakert, capital de Nagorno-Karabaj (Nagorno, territorio alto en ruso y Karabaj, jardines negros en túrquico y persa), se declaró independiente del territorio azerí con la intención de anexarse a Armenia. Para ello se basarían en el principio de autodeterminación de los pueblos.
Estos acontecimientos dieron lugar al estallido de una guerra que no acabaría hasta 1994, con un armisticio declarado por parte de Rusia en el que dejaba a Azerbaiyán sin la soberanía de Nagorno-Karabaj, más conocida por los armenios como Artsaj, que pasaría a autogobernarse. Treinta años más tarde, tras conseguir por parte de los azeríes mayor relevancia en el mapa político-económico gracias a sus reservas de gas, Azerbaiyán con el apoyo de Turquía decidió recuperar el control total de Nagorno. Empezaron estableciendo una artillería con la que bombardearon entre otros territorios, a Stepanakert.
Desde entonces, hasta la firma del pacto por la paz, el ejército armenio pasó a la acción para contrarrestar el ataque y defender a los ciudadanos de Artsaj. El presidente turco Erdorgán ha ejercido un papel fundamental en este tablero geoestratégico, ya que tendría un visible interés en expandir la influencia turca en el mundo musulmán. Por ello, se dispuso enseguida a respaldar a Azerbaiyán en su apuesta por controlar el territorio armenio. Tras comenzar el conflicto, éste tuiteó “Como siempre, el pueblo turco apoyará con todos nuestros medios a nuestros hermanos azeríes” y recalcó que Armenia sería “la mayor amenaza a la paz regional”. Este conflicto podría contar con la intervención de la OTAN pero, debido a que Turquía forma parte de este organismo, su actuación podría estar supeditada al apoyo del citado país y por ende a Azerbaiyán, cuestionándose así su necesaria neutralidad. Armenia ante los medios se ha representado como víctima y se ha tendido a empatizar más con su situación de desventaja. Esto podría ser por la gran diáspora armenia existente por todo occidente o por la fe cristiana, como la que compartiría con el pueblo ruso. A pesar de ello, Rusia ha interpretado el papel de mediador intentando no decantarse por ningún bando, ya que Azerbaiyán constituiría para este país una importante fuente de ingresos gracias a la venta de material de defensa.
Este juego de intereses sería el que ha retenido a otros países en el banquillo, a causa de que en Azerbaiyán se localizaría el gasoducto de Gas Natural Transanatolia que ha exportado esta energía a nivel internacional. Sería este el motivo por el que los diplomáticos armenios intentaron que la comunidad internacional disminuyese la compra de hidrocarburos azeríes o acciones similares por parte de la UE y así debilitar sus fuerzas. En lo que respecta a la población civil implicada en el conflicto, ha sido el Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUR) quien se ha encargado de ayudar a refugiados, tanto armenios como azeríes, para traerlos de regreso hasta la autodenominada República de Artsaj y las provincias que la rodean.
Desde el inicio del conflicto han tenido lugar multitud de manifestaciones por todo el mundo, tanto de armenios como azéries , que se han levantando juntos pidiendo apoyo internacional para su pueblo y uniéndose en favor de la paz por Nagorno -Karabaj.
Desde España grupos de voluntarios como Asociación Armenios en Sevilla han estado reuniendo grandes cantidades de material humanitario procedente Valencia y Barcelona. Por otra parte, Francia también envía gran cantidad de ayudas al igual que lo han hecho comunidades armenias desde Estados Unidos. Organizaciones como Jóvenes Profesionales-AGBU (Young Professionals Madrid), de manera voluntaria están apoyando económicamente, gracias a los fondos que recaudan asignados a Armenia.
A través de las redes sociales el territorio armenio está consiguiendo tener una propaganda gratuita y que le está generando ingresos para hacer frente a las consecuencias del conflicto. Personalidades celebrities están motivando desde sus redes a apoyar al Fondo Nacional Armenia con la cantidad que se pueda. Una de las donaciones más notables ha venido de la mano de las Kardashian, en concreto de Kim, que anunció en un vídeo de Instagram sus raíces armenias y el donativo que hacía a su tierra de origen, animando a otros a unirse a su causa.
En este conflicto, el papel de los medios está siendo decisivo para proyectar según qué cara del prisma en según qué parte del mundo, por lo que en multitud de ocasiones no se conseguiría una visión global de la guerra, traduciéndose esto en no mostrar todos los acontecimientos trágicos que han sucedido en estos territorios. Como conclusión, hay que sacar en claro que en la guerra lo primero que moriría es la verdad y la desinformación sería de las armas más letales.
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