La Esperanza inunda Sevilla

Cantes, aplausos, lágrimas, petalás, murmullos, silencios… Todo un cóctel de emociones fue lo que se vivió ayer en Sevilla con motivo de la salida extraordinaria de la Esperanza de Triana por el sexto centenario de la fundación de la hermandad. La salida del palio por la Capilla de los Marineros tuvo lugar pasadas las cuatro de la tarde, pero desde que el sol amaneció en Triana la calle Pureza comenzó a recibir a los primeros fieles que no querían perderse ver a la Virgen de la Esperanza de cerca, una oportunidad que solo tuvieron los pacientes.
Desde que la Virgen trianera pisó su barrio la ciudad entera se detuvo en un uno de noviembre con olores a Domingo de Ramos y a Madrugá de Viernes Santo. Trianeros y trianeras, sevillanos y sevillanas, españoles y españolas y turistas de diversas partes del mundo se unieron en un día único en el que el cielo se bañó de celeste para iluminar a la Esperanza. Ay, qué palabra. Entre la multitud se podía escuchar uno que otro llanto y algún susurro que rogaba desconsolado, todos dirigidos en la misma dirección esperando que les dieran un poquito de lo que da ella, esperanza.
A los sones de la banda de Las Cigarreras, el palio llegó a la plaza del Altozano, luego a la Capilla del Carmen y enfiló su camino para cruzar el Puente de Isabel II. Una vez más esa obra arquitectónica logró el milagro de aguantar el peso de un barrio entero sobre sus arcos de hierro mientras Triana se despedía de su madre emocionada y cantando la Salve de la Esperanza.
A las seis y media de la tarde comenzó a anochecer y, a pesar de los pocos metros que la separan de la otra orilla del puente, la Virgen apenas se había adentrado en la calle San Pablo. Ya con la candelería encendida, el cortejo se acercaba a la siguiente parada, la Iglesia de la Magdalena, donde esperaba una representación de todas sus hermandades. Allí se vivió otro de los momentos más emocionantes de la jornada y no solo por la belleza de la estampa, sino porque en esta ocasión fue la cuadrilla de costaleros del Cristo de las Tres Caídas la que llevaba sobre sus hombros a la Virgen.
Al llegar a la calle Rioja todos los presentes esperaban para ver el saludo en la Iglesia del Santo Ángel, pero esa imagen no fue posible debido a que se estaba celebrando la misa en su interior. La Virgen realizó una parada ante sus puertas y continuó su camino por la calle Tetuán.
A las nueve de la noche el palio entró en la Plaza Nueva en busca del Ayuntamiento donde fue recibida por el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y miembros de la Corporación Municipal. Al llegar a las puertas del Consistorio, el paso se dio la vuelta y la Virgen de la Esperanza quedó frente a una plaza abarrotada de gente que solo podían aplaudir y gritarle piropos. Pero no quedó ahí la cosa, con los sones de una banda plenamente entregada, desde uno de los balcones del Ayuntamiento comenzaron a caer pétalos sobre el techo del palio como si de la misma lluvia se tratase mientras la Virgen de la Esperanza se iba volviendo poco a poco para encarar las últimas calles de su recorrido.
Aunque algunos lo dudaban, el cortejo llegó a la a la Catedral a la hora estipulada, sin prisas pero sin pausas. A las once y diez de la noche la Virgen de la Esperanza entró por la Puerta de Palos y subió hasta el Altar del Jubileo. Así finalizó una de las procesiones más multitudinarias de la historia de la ciudad, ya que, según los datos del Centro de Coordinación Operativa (Cecop), fueron más de 250.000 personas las que acudieron a esta salida extraordinaria.
El sábado a las once de la mañana tendrá lugar la misa estacional del sexto centenario fundacional oficiada por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y a las cuatro de la tarde comenzará la procesión de vuelta. Durante el recorrido, el cortejo visitará la capilla del Baratillo y al llegar a Triana continuará hasta la calle San Jacinto, previendo que realice su entrada a la una y media de la madrugada del domingo.
Lo vivido durante el pasado jueves solo ha sido el inicio de tres días muy significativos tanto para la hermandad como para Sevilla, mañana se vivirá otra jornada histórica en la que Triana no descansará hasta ver a su Virgen de la Esperanza junto a su hijo, el Cristo de las Tres Caídas.