La película ‘Ayudar al ojo humano’ atrae la mirada europea hacia la vanguardia española

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El Festival de cine de Sevilla ha clausurado su edición de 2017 con un balance muy positivo. Tras la sección oficial, donde se han proyectado los títulos más esperados, llegaba ‘Las nuevas olas’, un segmento del Festival que da cobertura a nuevos discursos de la industria fílmica. Ejemplos de vanguardia europea se han dado cita para hacer de la capital andaluza, por unos días, meca de la gran pantalla. Ha habido también productos nacionales que han brillado por derecho propio: entre las obras españolas presentadas se encuentra una colaboración de Velasco-Broca, el colectivo Canódromo Abandonado y Julián Génisson: ‘Ayudar al ojo humano’. Se trata de cuatro piezas cortas, ensambladas casi sin quererlo, que se unen a través de un único hilo conductor: un curioso sacerdote que cambia de papel y casi de forma en cada una de las cuatro etapas de esta fantasía alegórica.

El singular equipo que da lugar a esta producción, cuyos miembros ya han sido aplaudidos por sus creaciones en diversas plataformas internacionales, da a luz ‘Ayudar al ojo humano’ con una intención rayana en la involuntariedad, sin buscar sentido ni objetivo, sin enfocar el resultado final hacia una dirección almidonada. Cada una de las cuatro partes de la película se articula en torno a un objetivo, o no, de crítica social, bajo una apariencia de divagación coherente que sorprende por su espontaneidad. El equipo lo asume con cierto aire de pícara satisfacción: la obra que presentan se ha gestado “entre resaca y resaca”, a caballo entre un bar de paredes verdes, verde croma, y la vuelta a la realidad del dolor de cabeza propio de la mañana después.

En el resultado no caben clichés ni finales tópicos, la única forma de encontrar el sentido que esconde es vaciar la mente de cualquier búsqueda de sentido, dejarse llevar y disfrutar de una peculiar historia de historias.

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