“Y tú también flotarás”
Los que entran a la sala de cine para ver IT esperando una adaptación de la novela de Stephen King no solo salen satisfechos: salen felices. Y los que no la han leído, también.
La obra original de Stephen King es larga y difícil de adaptar, pues tiene dos partes que, aunque diferenciadas, convergen mucho entre sí. La primera parte gira en torno al Club de los Perdedores, unos niños que se enfrentan al payaso conocido como Pennywise cuando descubren que éste se dedica a matar a otros niños. La segunda parte tiene a los mismos protagonistas 27 años después, inmersos en la vida adulta y siendo obligados a revivir el horror al que tuvieron que enfrentarse en su niñez. Andrés Muschietti, director de Mamá, ha sabido crear una adaptación muy fiel a la primera parte del libro, superando con creces a la miniserie de 1990 que le dio mayor fama a la novela.
La historia original ocurre en los años cincuenta y la película tiene lugar en los años noventa para jugar con los 27 años entre una parte y otra y, así, hacer que los adultos vivan en la actualidad. La historia adaptada al diferente contexto histórico no pierde su magia ni su calidad narrativa y abre nuevas posibilidades al trasladar la segunda parte al presente año.
Esta no es la única licencia narrativa que se ha tomado Muschiestti, y todas ellas funcionan muy bien, como es el caso de la famosa frase del antagonista: “Todos flotan”. En el libro tenía un sentido que la película ha sabido modificar sin que parezca obvio o extraño y ha funcionado muy bien.
La película dura poco más de dos horas, pero en ningún momento se hace pesada. Sabe mantener el ritmo y la intriga hasta el final con escenas que ocurren de manera inconexa pero acaban teniendo relación entre sí alrededor del final de la película. Los personajes y las situaciones por las que pasan hasta encontrarse y acabar juntos tienen sentido y no se sienten forzadas a pesar de lo complicado que sería unir a personajes con situaciones y personalidades tan diferentes. Los siete actores principales son sublimes, siendo destacables los papeles de Sophia Lillis (Beverly Marsh) y Finn Wolfhard (Richie Tozier). Estos pequeños actores trabajan muy bien y parecen tan sumergidos en la película como el propio espectador. Se toman sus roles muy en serio y, aunque muchas escenas son visiblemente improvisadas, la atmósfera de tensión y terror hace que esa misma improvisación resulte en unos personajes más creíbles al encontrarse ante una escena escalofriante.
Sin embargo, esta jugada no siempre sale bien: hay momentos en los que algunos de los actores parecen perdidos, sin saber muy bien qué aportar a la escena y quedan relegados a un segundo plano sin darse cuenta. Aunque no ocurre demasiado a lo largo de la película, esos pequeños fallos traen consigo una menor inmersión en la historia.
Precisamente la inmersión es una de las claves que hace que esta película funcione tan bien. Siendo una película tan larga, parece mentira lo corta que se hace una vez empiezas a verla. Incluso te quedas con ganas de más después del final, sientes que falta algo a pesar de que todo haya concluido. Y, en realidad, sí falta: el segundo capítulo, ya confirmado, traerá la historia de los protagonistas siendo adultos, tal y como se hizo en el libro. En la obra de Stephen King hay un juego sublime entre el presente y el pasado de los personajes principales. En la secuela, es posible que la falta de este contraste haga más complicada la narración, pero no hay que adelantarse a los hechos. Además, tampoco sería recomendable que basasen toda la película (que seguramente también acabe siendo bastante larga) en flashbacks.
Después de hablar de los protagonistas y la historia, hay que hacer especial hincapié en la imagen por excelencia de la obra: el payaso Pennywise, encarnado por Bill Skarsgård. Sus expresiones, su manera de moverse y hablar hacen que estemos ante un villano que transmite al espectador lo mismo que a los propios personajes de la historia: el símbolo de la inocencia perdida. No tiene nada que envidiarle al payaso de la miniserie de 1990, a quien dedican un cariñoso cameo durante la película.
El maquillaje y la ropa de Pennywise son perfectos. En 1990, Pennywise era más payaso que monstruo; ahora, es más monstruo que payaso. Lamentablemente, el maquillaje es lo único que puede destacarse dentro de los efectos de la película. Algunos de los efectos especiales parecen haber sido hechos con poco esmero y, de nuevo, nos arrebatan parte de la inmersión en la historia. Hay efectos muy bien conseguidos, pero otros no tanto. Es como si hubiera habido cierta desproporción a la hora de organizar la calidad destinada a los efectos especiales. Aunque muchas escenas se salvan, otras se hacen algo ridículas y evocan películas de menor calidad.
IT ha sido esperada por muchos y temida por otros respecto a la calidad de la adaptación. Para los que han leído la obra original, no cabrá duda de que es la mejor adaptación hasta la fecha, tan fiel que puede provocar sonrisas cuando se reconocen a los personajes y los escenarios (como en el caso de una servidora). Ha superado muchas expectativas y ha dejado a al segundo capítulo con el listón muy alto. Solo queda esperar hasta 2019 para saber cómo se desarrollará la otra parte de la historia.