Vacunas: un bocado a la salud

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Hace 132 años, el mordisco de un perro con rabia al joven Joseph Meister dio pie a la creación de la principal medida de prevención de enfermedades: la vacuna. El químico y bacteriólogo francés Louis Pasteur aplicó su tratamiento experimental a base de gérmenes debilitados al chico, que había contraído la enfermedad el día anterior. Hasta entonces, no había probado su idea en humanos, en desarrollo desde 1882. Su descubrimiento no solo salvó al joven, sino que en los 15 meses siguientes consiguió sanar a más de 2.500 víctimas de la rabia. Además, causó una gran conmoción en la comunidad científica debido al uso de microorganismos potencialmente mortales. Sin embargo, y a pesar del escepticismo de muchos e incluso el nacimiento de movimientos contra él, Louis Pasteur abrió las puertas a una nueva forma de combatir las enfermedades mortales.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se entiende por vacuna “cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos”. Para ello, se introduce en el organismo un agente (bacteria, virus…) lo suficientemente debilitado como para no resultar patógeno, pero todavía con capacidad para provocar una respuesta inmune. Esto provoca que el cuerpo produzca anticuerpos preparados para atacar al agente patógeno en cuestión si alguna vez entra en el organismo, creando así una respuesta inmunológica efectiva. Esto hace que o el agente patógeno sea eliminado o la enfermedad producida por el mismo sea mucho más leve, salvando así a muchas personas de sufrir una enfermedad mortal. Sin la vacuna de Pasteur, la rabia hubiese seguido extendiéndose sin control.

Puesto que las enfermedades para las que han sido hechas las vacunas no tienen una cura efectiva, la vacunación es el único método existente para prevenirlas, y por ello se recomienda que los niños sean inoculados con ellas desde su nacimiento hasta los 14 años de edad. Existen calendarios de vacunación obligatoria para los infantes, con algunos cambios dependiendo de la comunidad autónoma. El de Andalucía es este.

La rabia es un virus que en la actualidad afecta a más de 150 países y territorios. El 95% de las muertes se producen en zonas rurales sin acceso a la vacuna, y principalmente en Asia y África. El perro doméstico es el principal propagador, aunque en países de Europa el murciélago también es uno de los mayores portadores de la enfermedad. Hasta la aparición de la antirrábica de Pasteur, el único remedio contra la rabia era la eliminación de perros callejeros y la cuarentena a partir del siglo XIX. Tras la creación de la vacuna, ésta se empezó a utilizar en humanos primero y en animales, después. Con esto, los efectos de la rabia en todo el mundo descendieron de manera drástica. Hoy en día, la enfermedad todavía existe, pero cada vez está más cerca de ser erradicada.

Al igual que con el resto de enfermedades que tienen su correspondiente vacuna, no hay ningún remedio efectivo contra la rabia, por lo que se tiene que recurrir a su prevención como única manera de evitar que la enfermedad sea contraída. No obstante, hay muchos grupos de personas que temen a las vacunas y organizan movimientos contra ellas.

Estos movimientos tienen su origen en la conmoción inicial que provocó la antirrábica al poco de ser mostrada a la comunidad científica. Empezaron a dispararse rumores acerca de los efectos dañinos de las vacunas, y el hecho de que una vacuna consista en una enfermedad en sí ya era suficiente motivo para que muchas personas creyesen que, en efecto, inocularla en el organismo era muy peligroso. En 1879 se fundó la Sociedad Anti-Vacunación de América, y la siguieron la Liga Anti-Vacunación Obligatoria y la Liga Anti-Vacunación de Nueva York, entre otras. En 1904, hubo protestas en Río de Janeiro por la Ley de vacunación obligatoria. En países como Nigeria, la desinformación y los rumores hicieron posible que en muchas zonas se crease un miedo a la vacuna que propició la reaparición de antiguas enfermedades como la poliomielitis. Precisamente, en el último día Mundial de la Polio (24 de octubre), se anunció que la enfermedad al fin ha sido erradicada de Nigeria, entre otras cosas, por la mayor iniciativa en las campañas a favor de la vacunación. Excepto Pakistán y Afganistan, el planeta ya está prácticamente libre de esta enfermedad.

La efectividad de las vacunas es visible, pero este hecho no detiene los numerosos movimientos contra ellas. Hay incluso personajes famosos que se han declarado públicamente en contra de la vacunación, como es el caso de Jim Carrey. Este rechazo surge a causa del miedo y la desinformación en la mayoría de casos, y suele venir respaldado por estudios que no hacen sino alimentar la controversia alrededor de si las vacunas son tan beneficiosas como se piensa. Muchos de estos estudios no tienen apenas base científica, pero se tienen muy en cuenta a la hora de justificar el rechazo hacia la vacunación. Hay asociaciones como la de Libre Vacunación que sostienen que las vacunas tienen más efectos perjudiciales que beneficiosos.

Las vacunas no solo tienen ventajas: también traen consigo ciertos inconvenientes que, a pesar de no darse en todos los casos, siguen siendo un problema a tener en cuenta. El médico de familia onubense Jesús Marín Fernández, que es además director del Centro de Salud Palos de la Frontera, declara que es muy extraño que una vacuna cause problemas en un paciente, pero que igualmente, existe el riesgo. Además, da una explicación detallada acerca de las desventajas de las vacunas:

“Hay personas con un factor conocido como hipersenbilidad, es decir, una reacción exageradamente fuerte del organismo como rechazo a una sustancia externa. Al inocularles las enfermedades atenuadas que son las vacunas, pueden tener una reacción anormal y sufrir alteraciones, o incluso secuelas tales como fiebre o hinchazón de la zona en la que se puso la inyección. En el 100% de los casos, estas secuelas desaparecen a los pocos días. También hay personas que pueden padecer efectos secundarios que se dan en muy pocos casos: por ejemplo, la vacuna de las paperas puede producir esterilidad.”

El médico de familia también destaca que hay vacunas que requieren de un “recuerdo”, es decir, que se inyecten una segunda vez ante la imposibilidad de que la inmunidad sea permanente. No obstante, la gran mayoría de vacunas aseguran la inmunidad para siempre.

Los posibles defectos de una vacuna no pasan por alto a la comunidad científica: existe un sistema denominado fármacovigilancia que se encarga de realizar pruebas exhaustivas para asegurar que las vacunas sean eficaces y seguras. La OMS define a la fármacovigilancia como “la ciencia y las actividades dirigidas a la detección, la evaluación, la comprensión, la prevención y la comunicación de los efectos adversos derivados de la vacunación”. Los efectos adversos detectados, tales como las reacciones provocadas por la hipersensibilidad, no suelen guardar una relación causal con las vacunas.

Louis Pasteur fue duramente criticado en su día al “entrometerse” en asuntos de medicina siendo químico, pero lo cierto es que su descubrimiento supuso un gran paso en este campo, y ha salvado muchísimas vidas a lo largo de los años. Su antirrábica no fue su único avance: también creó la técnica de la pasteurización y propició la creación de los antibióticos. Quizás no fuese médico, pero su trabajo revolucionó a toda la comunidad y marcó un antes y un después en la lucha contra las enfermedades que, hasta entonces, no tenían ninguna cura posible.

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