Sevilla tiene dos nuevos matadores de toros
Durante la pasada Feria de San Miguel, los dos novilleros sevillanos con mayor proyección: Pablo Aguado y Rafael Serna, se doctoraron como matadores de toros en su plaza, la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, curiosamente la misma que los catapultó en su etapa como novilleros sin picadores.
El sábado, día 23 de septiembre de 2017, es la fecha que jamás olvidará Pablo Aguado, día en el que mediante la clásica liturgia del apadrinamiento taurino, Enrique Ponce lo convirtió en matador de toros con el atestiguamiento de Alejandro Talavante.
Dos toros muy diferentes. El primero tuvo clase, pero careció de raza, y el torero sevillano supo imprimirle un sello de gusto y clasicismo en una faena muy medida en sus tiempos y que de no ser por el fallo a espadas, el público hubiese pedido la oreja. El segundo fue un toro de los que muchos denominan como “de menos a más”, y realmente fue así, un toro que necesitó — y encontró— la apuesta de un torero que supo dejarle la franela siempre adelantada y consiguió acabar extrayéndole la transmisión necesaria para que el público acabara metido en una faena basada en la mano diestra y la ligazón. De nuevo, la espada se atravesó en su triunfo y perdió, como mínimo, una nueva oreja.
Un día después, el domingo 24, nuevamente se anunciaba en el cartel Alejandro Talavante, que en este caso sustituía al aún convaleciente José María Manzanares, acompañado del peruano Roca Rey y el toricantano Rafael Serna. Fue una tarde, para Serna, marcada como diría el entrañable Chaves Nogales: "a sangre y fuego".
Comenzó la tarde a fuego, yéndose a recibir al toro de su alternativa a la Puerta de los Chiqueros, de la que salió desarmado y tropezado. Pronto lo resolvió, varias verónicas y un posterior quite por chicuelinas que remató con una bellísima media abelmontada con el toro huyendo hacía la zona de corrales. En el brindis llegó el momento más emotivo de la faena: brindó a su padre y la plaza fue un clamor. Con la muleta se mostró como un torero técnico y poderoso. No se amilanó con las coladas que solía tener por el pitón derecho e intentó no ser desprendido de las telas cuando se echó la muleta a la mano izquierda, por donde el toro solía protestar a la salida de cada embestida.
Resultó gravemente herido al entrar a matar. Con más corazón que cabeza, el diestro se encunó para ejecutar la suerte suprema y un gañafón terriblemente violento, le corneó en la axila derecha, presentando una trayectoria distal de doce centímetros con arrancamiento de rama de vena axilar. No pudo continuar la lidia y se espera que reaparezca en la Feria del Señor de los Milagros de Lima, Perú