Santa Inés no es solo María Coronel y Maese Pérez, el organista
Como cada 2 de diciembre el convento de Santa Inés abre sus puertas para visitar la urna con el cuerpo incorrupto de doña María Coronel. Sin embargo, ésta y la del organista Maese Pérez no son las únicas leyendas que esconden sus paredes. A continuación haremos un viaje en el tiempo que nos llevará a descubrir otras leyendas como la del Ecce Homo, la Virgen de los ángeles o las 11.000 vírgenes. Para ello, EUSA News contará con la ayuda de Estefanía Medina Muñoz, Doctorada en Historia del Arte y que habla en el libro "In Memoriam Sor Merecdes de Santa Clara Gaviño Vela Abadesa" del papel de esta monja en el patrimonio de este convento.
María Coronel
Cuenta la leyenda que la belleza de doña María Coronel, hija de Alfonso Fernández Coronel y de Elvira Alfonso de Biedma, tenía a muchos sevillanos de la Corte detrás de ella, entre ellos el rey Pedro I “El Cruel” que se enamora locamente de ella. Tal fue así, que doña María se casa en 1349 con Juan de la Cerda y la persecución a la que fue sometida por este rey la obligó a esconderse primero en la ermita de San Blas que era propiedad de su familia y más tarde en el convento de Santa Clara, donde profesó como monja. Allí se escondió a los pies de la Torre de don Fadrique, pero fue descubierta y se echó en su bello rostro aceite hirviendo para librarse del acoso de este rey.
María Coronel profesó en Santa Clara y como en el convento de Santa Inés se encontraba el cuerpo incorrupto de doña María, las hermanas de Santa Clara también querían el cuerpo, por lo que se llegó a un acuerdo en el que le cedían un dedo de doña María. Las hermanas de Santa Clara fueron expulsadas de su convento y las hermanas de Santa María de Jesús, que también son franciscanas, se quedaron con el dedo. La comunidad de Santa Inés reclamó ese dedo para que no estuviera separado del cuerpo y se devolvió a la comunidad sin ningún problema. Desde entonces se encuentra en una urna junto al cuerpo incorrupto en la Iglesia del convento.
En el siglo XIX una monja tenía un tumor en el pecho y de donde le salía sangre. Un día estaba lavando ropa y el resto de la comunidad vio que tenía una herida. Cuenta el testimonio de esta monja que un 2 de diciembre cuando se abrió la urna de María Coronel se curó de ese tumor. Encima de la reja, que separa la Iglesia del coro bajo de clausura donde se encuentra la urna, se puede ver el cuadro de María Coronel con la quemadura en su rostro que pintó en 1857 Joaquín Domínguez Bécquer, tío de Gustavo Adolfo Bécquer, y que fue donado por María Luisa Fernanda de Borbón al convento.
Gustavo Adolfo Bécquer
No nos movemos de los Bécquer para hablar del órgano que inspiró a Gustavo Adolfo en la famosa leyenda de Maese Pérez. El órgano está fechado a mediados del siglo XVIII y perteneció a una monja que entró como novicia en el convento de Santa Inés. La leyenda cuenta que Maese Pérez era un organista muy conocido en Sevilla y todos los 24 de diciembre en la misa del gallo tocaba el órgano. Un año llegó tarde y se ofreció un organista a tocar el órgano pero en ese momento apareció y lo toco él. Esa misma noche cuando el cura que estaba ofreciendo la misa dio paso a la consagración se escuchó un grito de la hija de Maese Pérez que vio como su padre falleció en el órgano.
Al año siguiente las hermanas del convento dijeron que no querían que se tocase el órgano pero la gente quería seguir con la tradición y contrataron un organista que tenía muy mala fama en la ciudad porque tocaba muy mal. Sin embargo, esa noche fue el mejor concierto de órgano que dio ese hombre y dice la leyenda que fue porque el espíritu de Maese Pérez se metió en su cuerpo. Esto hizo que al año siguiente diera un concierto en la Catedral de Sevilla en nochebuena, pero ese año también entró como novicia la hija de Maese Pérez, a la que ofrecieron tocar el órgano de su padre. La monja no estaba muy segura porque un día antes cuando estaba ensayando había visto el espíritu de su padre. El 24 de diciembre en la misa del gallo nadie estaba tocando el órgano y se escucharon unas notas musicales salir de él. Desde entonces se dice que fue Maese Pérez quien empezó a tocarlo.
Las 11.000 vírgenes y otras leyendas
La leyenda de las 11.000 vírgenes, que en realidad eran 11, cuenta que Úrsula, hija del rey de Bretaña Mauro, fue prometida con un rey pagano. Como era una doncella cristiana que no quería someterse al matrimonio, huyó a Roma donde el Papa le dio su consentimiento para dedicarse a su vida pura. Esta noble dama se fue acompañada de 11 vírgenes igual que ella, pero a la vuelta de Roma sus barcos fueron asaltados por Atila. Éste las sometió a algunos sacrificios y, como estas vírgenes se resistieron a ser violadas o maltratadas, les cortaron la cabeza. En el siglo XVI un devoto del convento de Santa Inés deja una urna en la Iglesia con reliquias de las 11.000 vírgenes.
En el retablo de la sala de ordenación del convento se conserva una Virgen de tamaño pequeño, llamada Virgen de los Ángeles. Esta Virgen había sido dejada en el torno del convento de Santa Inés por dos niños que cuenta la leyenda que eran dos ángeles, de ahí su nombre. Pero no es la única leyenda desconocida, otra cuenta que un Ecce homo, que se encuentra en la sala capitular del convento, en 1657 sudó sangre y todo el capítulo que estaba allí reunido se asombró ante ese milagro.