El caso de Aurelio: pedir para vivir
Aurelio es un rumano de 60 años, amante de los animales, y en paro. Enfermo y a la espera de varias operaciones, pasa las horas sentado en la calle; podemos encontrarlo casi todos los días en una de las aceras del Centro Comercial Nervión Plaza, concretamente cerca del establecimiento McDonalds. Lleva cinco años viviendo en España pues según cuenta, en Rumanía estaría muriéndose de hambre. Tiene a su mujer enferma en Rumanía junto a sus hijos, y cada vez que puede se desplaza a su país para visitarlos, aunque no con la frecuencia que le gustaría.
Junto a sus 6 gatos y 2 perros, se sienta en una silla junto a varias prendas de ropa y comida que la gente le facilita cada día. "La gente se porta muy bien, y hay muchas personas que ayuda mucho", comenta como puede Aurelio, que apenas habla ni entiende español. En Navidad es cierto que la gente colabora mucho más y se vuelve más solidaria, y él lo nota. Aunque el resto del año, pasa muchas dificultades para alimentarse por ejemplo, y si hace falta quitarse de lo poco que tiene para dárselo a sus animales, él no se lo piensa dos veces. "Ellos vienen conmigo a todas partes, y no se mueven de mi lado". Como ya se sabe, en Sevilla los albergues no permiten la entrada de animales, y esta es una de las razones por las que muchas personas sin hogar duermen en la calle.
Una gran parte de las personas que viven en la calle son extranjeros. Según el INE, de los 4,5 millones de extranjeros residentes en España en 2015, 700.000 son de Rumanía, seguidos de los 680.000 procedentes de Marruecos y de los 300.000 de Reino Unido. Además, Rumanía es el segundo país con más riesgo de pobreza, y a su vez la población española en riesgo de pobreza también ha crecido en los últimos años. La fiestas navideñas, como bien decía Aurelio, hacen que la sociedad sea más solidaria, pero no se debe olvidar que la Navidad es solo una fecha, mientras que la solidaridad debería ser, una forma de vida.