El equilibrio convertido en sencillez
Paredes grises, mesas de madera, sillas forradas de tela de saco… Todo es armonía en este lugar, y no solo por su decoración, si no por el trato amable y cuidado y la cocina simple pero creativa. Un restaurante que invita a entrar.
EUSA NEWS se ha desplazado a El Gallinero de Sandra, ubicado entre las calles Trajano y Amor de Dios. En medio de un patio de vecinos, con una terraza resguardada por un gran toldo. Acogedor desde la entrada hasta la salida, los camareros nos hacen sentir como en casa. Un delicado juego de tonos cálidos. Simpleza y elegancia.
Una vez dentro, la encargada, Sandra Rodríguez, nos acompaña a nuestra respetiva mesa. Nos ofrecen una bebida de aperitivo: una copa de cava, un Tío Pepe, una manzanilla… Después de sentarnos, nos dan la carta. No sabía qué tipo de comida servían, y me complació ver que era una carta extensa y bien compensada. Unos entrantes para abrir el apetito, a elegir entre fríos o calientes, pescados, carnes; y por último, los postres.
Foie Micuit con trampantojo de manzana y núcleo de queso de cabra
Siempre me han dicho que para saber si en un restaurante se cocina bien, hay que probar las croquetas, y eso hicimos. De entrante, unas croquetas de gambón. Una bechamel suave de color anaranjado hechas en su punto. Nos recomendaron el Foie Micuit con trampantojo de manzana y núcleo de queso de cabra. Lo presentan en forma de pequeñas manzanas, recubiertas por un glaseado verde que sabe a esta misma fruta. Dentro del foie hay un corazón de queso de cabra, que le aporta un gran sabor.
Sashimi de atún rojo
En los pescados encontramos un toque asiático, un sashimi de atún rojo con salsa de soja. Muy recomendable, creo que fue lo mejor de la cena. La carne del atún de deshacía en la boca, no hacía falta juntarlo con la salsa. Para terminar, lomo de ternera con pimientos del piquillo, patatas y alioli suave. Un gran final para una gran cena.
Lomo de ternera con pimientos del piquillo, patatas y alioli
Un servicio ejemplar, una decoración muy cuidada, y sobre todo, limpia. Unos camareros atentos, pero sin llegar a ser pesados. Todo era equilibro en ese lugar. Se podía respirar la armonía de aquel sitio, sin duda un sitio al que recomendar y digno de repetir.