Cyclo-cross, ese gran desconocido
Cuando escuchamos hablar de ciclismo nos vienen a la cabeza las imágenes de Alberto Contador de amarillo, Miguel Indurain y sus cinco 'Tours', 'Perico' Delgado con su maillot de Reynolds y algún que otro ciclista español conocido, sobre todo por sus hazañas en la gran ronda francesa. Estos y otros ciclistas que se le puedan venir a la mente a cualquier persona en nuestro país han obtenido su fama gracias la modalidad del ciclismo en ruta, ese ciclismo que para el espectador de a pie puede resultar el mejor somnífero en las tardes de julio, cuando tras una buena comida se encuentra con su sofá, enciende el televisor y se relaja viendo al pelotón transitar por los bonitos parajes de Francia.
Sin embargo, existen otras modalidades ciclistas con menos capacidad soporífera. Hoy vamos a hablar de una de ellas: el cyclo-cross. Esta variedad de ciclismo es poco conocida en nuestro país, aunque sí goza de cierto prestigio en el norte peninsular, donde las condiciones meteorológicas permiten que haya más presencia de un elemento clave en el desarrollo de esta modalidad como es el barro. Y es que el cyclo-cross se podría definir como un deporte a medio camino entre el ciclismo de montaña y el de carretera.
En esta disciplina, la bicicleta luce un aspecto similar a la utilizada en el ciclismo en ruta, pero presenta algunas variaciones como los neumáticos, con una anchura mayor y un dibujo más marcado, o algunas modificaciones para evitar que se acumule barro en la horquilla y los frenos.
Con respecto al escenario en el que se desarrolla, estas pruebas se realizan en circuitos con tramos de diferentes superficies como pueden ser asfalto, barro, hierba o arena. Además, los circuitos incorporan obstáculos, ya sean naturales, como pequeñas rampas con mucha pendiente, o artificiales, como escaleras que deben superar con la bici al hombro o tablones colocados verticalmente que han de saltar.
Por otro lado, estas competiciones tienen una duración aproximada de una hora y se disputan con gran intensidad desde la misma línea de salida, donde los ciclistas, como si de un Gran Premio de MotoGP se tratara, se colocan unos junto a otros y luchan ferozmente por llegar bien situados a la primera curva.
Como podemos ver, la brevedad de la duración de las competiciones, unida a la intensidad con la que se disputan y a la espectacularidad de los recorridos (algunos incluso se disputan de noche con iluminación artificial), hacen de este deporte una buena atracción para el espectador que vivirá desde el minuto uno la emoción de esta apasionante disciplina.